martes, 28 de julio de 2009

CLAUSURA

Tras dos años y pico de vida, TUJES, baja la persiana. De un tiempo a esta parte, cada vez se acentuaba más la menor afluencia de público y comentarios, reflejada de modo inequívoco en unas estadísticas apenas maquilladas por los visitantes más fieles. Por eso, y primando el sentido común de evitar una agonía sobre la vanidad, clausuro este espacio, sin dramatismo ni rencores pero sí con la convicción de que la meta con que se creó, fue alcanzada hace rato. He conocido a gente muy interesante, aprendí cosas de mí mismo que desconocía, o temía descubrir, y la calidad de mis textos ha mejorado sensiblemente desde los inicios. Sin embargo, a veces esto no llega y uno se torna más ambicioso. Por eso, mi continuidad creativa tiene que seguir por otras carreteras, quizás menos transitadas, pero emprendidas libres de la fatiga vital que ahora mismo me asalta.
Sin más, me despido, con un fuerte abrazo a mis comentaristas habituales y un saludo a los ocasionales.



lunes, 27 de julio de 2009

DEBILIDAD

Si en aquella ocasión engañé a Ester con su mejor amiga, no fue porque no estuviera enamorado de ella sino, simplemente, porque pude hacerlo. Amaba a mi esposa y el sexo con ella, cálido y amparado en una comodidad carente de presiones, me excitaba más que con ninguna otra. Sin embargo, mi cordura y fidelidad sucumbían ante la visión de Graciela; una imponente cuerentona de formas curvilíneas y mórbidamente femeninas a la que ningún macho sexualmente activo podría pasar por alto. Mis veteranos amigos sentían debilidad por las lolitas pero yo, siempre poniendo la discordancia en todo, me sentía atraído por las mujeres maduras. Quería el cuerpo de una mujer con historia, esculpido por el pasado y los conflictos, encajarme entre unas caderas que hubieran parido, sentir el tacto y el sabor de unos senos amamantados por hijos deseados, quería que me comparara triunfante con su ex marido y quería escuchar mi nombre susurrado entre gemidos por una mujer que no fuera la mía. Y sobre todo, quería que ésta, fuera Graciela.
Comencé entonces a boludear por su barrio para hacerme el encontradizo, y darle a la historia un toque casual y azarístico, pero no hubo manera. El azar no se deja tentar y, al final, tuve que mirar su número de teléfono en la agenda de mi esposa y llamarla, con la poco creíble coartada de una cita con un agente literario en un Café a cuatro cuadras de su casa. Aún así, me invitó a visitarla, aprovechando que su ex marido había llevado al hijo común al cumpleaños de un amiguito, y terminamos revolcándonos en el sofá cama y la alfombra como dos adolescentes.
Después de este primer encuentro, nos vimos otras cinco o seis veces, hasta que Ester tuvo que ser operada de un tumor en el pecho y yo asumí que era un castigo divino por culpa mía. Encendí velas en casa, rapé mis cabellos y acudí a la sinagoga a prometer a D-os que si se salvaba, no sólo iba a dejar de verme con Graciela sino que abandonaría cualquiera afán donjuanesco en lo que me restara de vida. Incluso dejaría de mirar con lascivia mamífera a cualquier mujer con talla de sostén superior a 100 y jamás de los jamases volvería a navegar por las páginas porno de Internet. Por suerte, mis súplicas fueron atendidas, y el tumor resultó ser benigno. De esto hace poco más de año y medio y en todo el tiempo transcurrido fui fiel a la palabra empeñada. Al menos hasta hoy, que mi mujer se fue con nuestra hija a visitar a sus padres en Entre Ríos y yo me encuentro paseando por Tucumán al 2000, a escasas cuadras de la casa de Graciela, con una erección que no se me va y el celular pesándome en el bolsillo.

viernes, 24 de julio de 2009

YO SOY DE CAFÉ


Levantó suavemente la sábana y la miró con detenimiento. El pelo rubio desteñido, la pintura de los labios saliéndose de los bordes y unos muslos que exhibían celulitis bastaban para no acordarse de lo que más le llamó la atención cuando la conoció apenas hacía 8 horas: la protuberancia de sus pezones y la cara de viciosa. Se preguntaba asombrado cómo podía seguir durmiendo. La incómoda luz matutina entraba sin vergüenza por la ventana, los pajaritos trinaban endemoniados y los jardineros de la urbanización se entusiasmaban recortando setos y podando ramas sierra mecánica en mano con más entusiasmo que el protagonista de La Matanza de Texas. Eran apenas las 9,15 de la mañana de un sábado, y sólo faltaba que llamara al timbre una pareja de Testigos de Jehová para hablarle de Dios y la salvación del mundo. No descartando esta posibilidad, como tampoco que su ocasional pareja se despertara con la idea de ducharse juntos, buscó sus calzoncillos y se encaminó a la cocina a preparar café y meterse bajo el agua antes de que sus temores se cumplieran. Activado por la ducha caliente y la cafeína, regresó a su cuarto a ver las evoluciones oníricas de la marmota. Continuaba roncando, emitiendo extraños sonidos y moviéndose con una leve agitación, igual que hacen los cachorros de perro. “Esto va para largo” pensó, y decidió bajar a comprar el periódico. Repasadas las necrológicas, la programación de las distintas cadenas televisivas y resueltos los dos crucigramas; el fácil y el difícil, permaneció un buen rato mirando a la hembra que más que dormir parecía haberse muerto sobre su cama. Anoche la había imaginado más delgada y sonrió al pensar que tal vez se estaba convirtiendo en un hombre de gustos “más amplios”. Llevaba tantos meses sin sexo que se agarró a aquél célebre dicho de “en época de guerra, cualquier hueco es trinchera” y, por otro lado, siempre podía justificarse con que había poca luz o que el Jack Daniel’s era de garrafón.

Por fin la durmiente abrió los ojos.

- me encanta que me miren mientras duermo, es tan romántico….. fueron sus primeras palabras

Eso era más de lo que él podía resistir, así que le dedicó una falsa sonrisa y fue a buscarle un café a ver si tenía el buen gusto de tomárselo rápido y largarse. Regresó enseguida, con una taza humeante y la esperanza de que entendiera que el romanticismo estaba sólo en su mente, y que no iban a compartir un desayuno con zumo de naranja y tostadas.

- ¿café ¿ Ahgggg, yo tomo té verde……es que es bueno para perder grasas y mantener la línea – dijo mientras pasaba sus manos por las caderas con supuesta sensualidad
- Aahhh, pues yo sólo tengo café
- Entonces podríamos desayunar fuera …¿no? ¿ O tú quieres que juguemos otro rato ?- sonrió con picardía.

La verdad es que él no quería jugar, pero llevaba tanto tiempo sin darle de comer a la nutria… que ésta demandaba un poco más de atención, por lo que no tuvo espíritu para oponerse. Al rato, satisfechos y aseados, bajaron por fin a desayunar a la calle, en una cafetería de ésas modernas con mucha formica e iluminada como un laboratorio.

Ocho meses después se casaron y al año y medio tuvieron su primer hijo. Tal vez incluso se quieran y coman perdices pero, Bernardo, no puede dejar de preguntarse, de tarde en tarde, cómo habría cambiado la historia si aquella mañana de sábado hubiera tenido té verde en casa.

* A la TortugaBoba le gustó mucho eso de "marmota"

jueves, 23 de julio de 2009

OTRO


Estábamos los dos en la cama, descansando y recuperando fuerzas después de nuestro último asalto sexual cuando, a eso de las 4 y media, el molesto timbre del celular de Olga nos despertó de golpe. La perspectiva de una trágica noticia nos enmudeció al instante y dejamos que sonara sin atenderlo, creyendo que así conjuráramos la desgracia. Finalmente, al noveno o décimo toque, ella se decidió a agarrarlo, poniéndose de pie de un salto y corriendo hacia la cómoda, en cuya superficie descansaba el aparato. Nada más comprobar la procedencia de la llamada, su rostro se mudó de color, como si la sangre lo hubiera abandonado súbitamente. Enseguida volvió su rostro y se encaminó al pasillo, asegurándose que la puerta de la habitación quedara bien cerrada y evitando que sus ojos se encontraran con los míos. Me alarmé ante su reacción y no comprendía porqué no compartía la conversación conmigo; a fin de cuentas, los accidentes o muertes repentinas de algún familiar es algo de lo que ninguno estamos exentos y no supone algo de lo que uno tenga que avergonzarse. Con sigilo, me levanté de la cama y me dirigí a la puerta. La abrí apenas un par de centímetros y pegué el lateral de mi cabeza al resquicio, intentando enterarme de qué se trataba:

- Te dije mil veces que me dejaras en paz
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- Creía que eso ya lo habíamos hablado
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- No, no, me parece que ya es tarde ¿no creés?
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- Eso no es asunto tuyo…..¿o vas a decirme que ahora te importa?
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- Me da igual lo que vos pensés……
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- No, no y no, dejá las cosas como están…
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- No….no, ya te llamo yo ¿me entendiste bien? , Te llamo yo ¡
Cabrón ¡ escupió con rabia antes de cortar la llamada.

Viendo que ya daba media vuelta para volver al cuarto, corrí de puntillas hacia la cama y me hice el dormido. Ella, absorta en sus pensamientos e intentando contener el llanto, se metió callada entre las sábanas y se acomodó a un lado dándome la espalda. Me sentía tan humillado y furioso ante su cobardía de no compartir conmigo la existencia de otro hombre, aún cuando éste no fuera más que un fantasma con ánimos de resurrección, que temí pasar el resto de la noche en vela, dándole vueltas al asunto y elaborando todo tipo de extrañas conjeturas. Afortunadamente no fue así, y en cuanto comprendí que no podía confiar en ella y que por ende debía redefinir nuestra relación, noté cómo mis párpados comenzaban a pesarme, anunciando un inevitable final onírico. Antes de sucumbir al sopor, y a modo de despedida de la consciencia, una última cosa quedó clara en mi mente: si no iba a ser la madre de mis hijos, que fuera la madre de mi placer. Por eso, cuando desperté por la mañana, lo primero que hice, fue echarle un buen polvo.

martes, 21 de julio de 2009

ENTREGA DOBLE


Consejo de amigo

Fragmento de conversación entre dos amigos porteños, residentes en Madrid, que quedaron en un Café para dilucidar ciertas cuestiones de orden sentimental:
- Che, ¿a qué no sabés quién me llamó hoy?
- Y...yo que sé, cualquiera.
- Cualquiera no....Gisela
- ¿Quién?
- Gisela
- ¿La turra esa te volvió a llamar?
- Sí, como lo oís
- Supongo que le colgarías ¿no?
- No , la verdad es que...
- No te puedo creer ¡. ..¿ y qué quería la muy...
- quería hablar ..
- ¿Hablar de qué? Vos no tenés nada de qué hablar con ella. Si quiere hablar, que lo haga con el forro de su jefe, que para eso te cambió por él.
- Bueno….. me dijo que ya no están juntos desde hace cuatro meses
- Ah, claro y ahora como se siente sola, vuelve a vos para decirte que siempre te quiso, que se equivocó y cuando se cogía al otro repetía tu nombre ¿no? Decíle que se vaya a la puta que la parió ¡
- ¿No creés que debería verla?....Para charlar nomás…
- ¿Estás en pedo o qué te pasa, boludo? A ésa mina la agarraste con otro, con su jefe concretamente, que andá a saber vos desde cuándo te engañaba, y ahora me venís diciendo que si deberías hablar con ella?? ¡Qué se muera!
- No sé,... la verdad....me da un poco de pena...
- ¿Pero de qué pena me hablás? La a-ga-rras-te con o-tro, ¡dejáte de joder ¡, que parece que no tenés sangre en las venas, negro....seguro que cuando ella estaba con él no sentía pena de vos.
- Entonces ¿qué hago? ¿no quedo con ella?
- Pero claaaro…¿o ya quedaste y no me lo querés contar?
- No, no , quedamos en que yo la llamaba
- Entonces, pasá de ella y que se joda, como vos te jodiste en su día
- Tenés razón; no la voy a llamar
- Pues claro que la tengo, como siempre...salvo una vez, que pensé que no la tenía y al final resultó que sí...
(los dos se ríen)
Andá, hacéle señas al camarero y pedí algo más fuerte, a ver si el alcohol te vuelve menos boludo.
- Sí, que nos mate el alcohol ya que el amor no pudo
- Sí, pero a vos por poco. Menos mal que me tenés a mí porque si no....


Terapéutico

Casi tres años después de divorciarse, aún extrañaba el sexo de su ex mujer…ése lugar geométrico donde vertía todas las angustias.

lunes, 20 de julio de 2009

SÓLO UNA CARTA


En cuanto Alberto tomó aquel sobre en sus manos, se fijó en varios detalles que le provocaron cierta intriga y premura por abrirlo: la ausencia de estampillas, de remitente y su nombre escrito en mayúsculas, con trazo inseguro y autoría inequívocamente femenina. Sin embargo, controló el impulso inmediato y lo guardó en el bolsillo de su saco antes de dirigirse al ascensor. Mientras ascendía, imaginaba la ambientación adecuada para una lectura que presentía tan interesante como el misterio que proponía el anonimato. Determinó que lo más idóneo sería poner algo de música, servirse un excelente oporto vintage y tomar asiento cómodamente en el sofá del living. Sólo entonces estaría en condiciones de encarar la apertura de aquel sobre, rasgándolo con un abrecartas por un lateral y teniendo cuidado de no dañar el interior.
Cuando por fin cumplió con todos los requisitos, extrajo una cuartilla en color rosa aromatizada con perfume de vainilla y leyó:

“Estimado Mario:
Tal vez no me recuerdes, puesto que sólo nos vimos en pocas ocasiones pero aún así guardo la esperanza de lo contrario porque, en todas ésas oportunidades, me pareció advertir en tu mirada una notoria curiosidad hacia mi persona. Yo soy Laura, amiga de tu ex novia Silvina y te ruego no me tomes ni por una loca ni una desubicada. A mi edad, no puedo permitirme demoras absurdas por culpa de obsoletos y chotos convencionalismos. Tengo prisa, apuro por ser feliz, por aprovechar las coyunturas que la vida me presenta y no voy a dejar que un orgullo desmesurado o una lealtad mal entendida me impida manifestar mis sentimientos: Me gustás, Mario. Me gustás mucho. Desde el primer día que te vi e incluso de antes, cuando mi amiga me contaba cosas de vos y me refería lo especial que eras y lo feliz que la hacías. Ahora que ya no estáis juntos decidí jugármela por vos porque, de no ser así, me arrepentiría siempre. Intuyo que a tu lado puedo volver a enamorarme y sentirme como una mujer plena, recuperando esa sensación de efervescencia existencial que perdí hace tanto tiempo. No quiero presionarte y únicamente te pido me des una oportunidad, que nos conozcamos, sin prejuicios, sin complejos ni reticencias. Sólos vos y yo, con un mantel de por medio y enfrentados el uno al otro. ¿Qué me decís? ¿aceptás la proposición?. Dále, no eludás el reto…..arriesgáte. A lo mejor, ni tenés que arrepentirte.

Un beso.

Pd: te adjunto mi mail: lauracostanza@gmail.com”

Terminó de leer la carta y volvió a hacerlo nuevamente, intentando rastrear, en ese proceder tan inhabitual en cualquier fémina, alguna clave que le indicara el camino a seguir. Por un lado, admiraba la extravagante valentía de la mina, de quien se acordaba muy bien (no pasaba desapercibida) y por otro, recelaba e imaginaba que todo obedecía a una confabulación entre ella y Silvina, como si la primera quisiera demostrar a la segunda lo acertado de sus advertencias sobre él en particular y todos los hombres en general, convirtiéndolos así en víctimas de su traumático divorcio y malogradas relaciones posteriores. Finalmente, desistiendo de estériles especulaciones psicológicas, dobló el papel, lo guardó en un bolsillo y se echó a dormir, sonriente y con la satisfacción de estar viviendo algo que por lo normal, jamás sucede.

viernes, 17 de julio de 2009

LENCERÍA FINA


Mauricio miró a Silvia, que dormía con placidez a su lado, y pensó que se había dejado llevar, una vez más, por sus impulsos en lugar de su conciencia. Acababa de cometer una locura y ahora, que ya estaba hecho, se preguntó cómo podía ser tan previsible en sus actos. Apartó entonces las sábanas y salió de la cama. Buscó un cigarrillo en la mesita de luz, lo encendió y empezó a fumar, mirando a esa mujer que con tanta facilidad despertaba su incontrolable deseo. Entrada ya en la cuarentena, de estatura mediana, figura atlética y voz cálida, no pasaba inadvertida. Sin embargo, no era únicamente su atractivo lo que le seducía de ella, sino también una cierta candidez y la simplicidad con que encaraba la vida. Para Silvia todo resultaba sencillo y él, en cambio, ni siquiera tenía el temple suficiente para resistir sus ganas de acostarse con ella. Pero esto debía acabar. No podía ser que, tanto tiempo después de haber sido novios, no pudiera oponerse al capricho de ella por tenerlo en su cama. Estaba harto de sucumbir al antojo ajeno y le atormentaba ver flaquear su voluntad en cuanto ella le acariciaba el pelo o lo besaba. En esos instantes comenzaba a imaginar la lencería que llevaría puesta, rememoraba las curvas de su cuerpo, escenarios donde se habían amado y detalles íntimos que espoleaban su erotismo hasta la urgencia, traspasando el punto de inflexión del no retorno. Siempre se repetía la misma dinámica; ella lo provocaba y el se rendía.

- ¿Me das un cigarrillo, querido? – le pidió recién despertada y sacándolo de sus meditaciones

- Hacélo vos, yo voy a preparar café – contestó Mauricio, tirándole el paquete y el encendedor sobre la cama

Cuando regresó de la cocina, portando la cafetera y dos tazas, Silvia había terminado de fumar y lo esperaba destapada, con las piernas flexionadas y las manos cruzadas tras la nuca.

- ¿Te gusto? – preguntó tentadora e insinuante

- Tomá – le alcanzó sonriente una taza de café eludiendo la pregunta

Al acabar de bebérselo volvió a la carga donde lo había dejado

- No me contestaste

- ¿Querés otro?

- Después, ahora quiero otra cosa – respondió, poniéndose en pie de un brinco

Con erótica maestría, pegó su cuerpo al de su amante y empezó a besarle el cuello mientras con las uñas le acariciaba suavemente el torso. Sabía lo que le gustaba a Mauricio y no tardó en advertir, de un modo inequívoco, que él ya estaba preparado para el ejercicio copulativo. Tomándolo de la mano, lo condujo a la cama, sin poder contener el agrado que le producía la docilidad masculina y la ingenuidad de Mauricio: el pobre, pensaba que esto no era amor.....sólo sexo.

miércoles, 15 de julio de 2009

AQUELLO FUE UN ERROR (desenlace)


Mi domicilio apenas dista tres cuadras del Savoy, así que Norma y yo nos dirigimos andando, intercambiando por el camino inócuos comentarios sobre el tiempo, el tráfico, o el estilo arquitectónico predominante en los edificios del barrio. Confiada, animada y casi contenta, me miraba a los ojos cada vez que abría la boca, de un modo tan sugerente y sensual que no lograba disimular su creciente ansiedad por acostarse conmigo. Por el contrario, mi expresión mostraba una seriedad mal interpretada por ella; pensaba que la importancia del acto proyectado me movía a la reflexión, abrumado por unos acontecimientos inesperados pero muy deseados.

- Es aquí – anuncié ante el portal

Montamos en el ascensor y subimos callados. El trayecto fue breve pero cargado de una tensión erótica potenciada por el silencio y sus expectativas, manifestadas en una quietud interior disfrazada de falsa calma. Por fin, en lo que pareció una eternidad y no fueron más que unos pocos segundos, llegamos a la quinta planta. Sin mayor dilación que seleccionar la llave adecuada, abrí la puerta de mi departamento y me eché a un lado, permitiéndo que Norma entrara primero (un gesto acorde con su condición de invitada).

- querida, ya estoy en casa – grité avisando de mi llegada en cuanto atravesé el umbral

En ese instante, Norma se dio la vuelta hacia mí como impulsada por un resorte. Sus ojos ya no expresaban sensualidad alguna sino que parecían dilatados por la rabia y una súbita certeza de sentirse engañada. La pobre empezaba a comprender. Algo que confirmó de un modo más que urgente cuando Liliana apareció en escena, luciendo un vestido premamá de color blanco que evidenciaba lo avanzado de su embarazo. Las presenté y la expresión facial de mi ex comenzó a derrumbarse: su mirada perdió enojo, la nariz rigidez, y sus labios adquirieron una curvatura parecida a una sonrisa. De la furia pasó al entendimiento inmediato, aceptando con resignación la lección que la vida le daba. Por su parte, Liliana, a quien le había hablado en alguna ocasión de Norma, no mostró sorpresa alguna y se comportó con la misma naturalidad que hubiera demostrado ante una prima mía recién llegada del interior. En ella no había lugar para las inseguridades o los celos automáticos sin justificación. Confiaba en mí, me amaba y tenía la certeza compartida de que estábamos hechos el uno para el otro.

- quedáte a comer con nosotros – la invitó tomándola de las manos, en un gesto que me hizo recordar a mi abuela

Comimos un besugo con papas, descorchamos una botella de buen vino, hablamos cordialmente, de mis libros y, sobre todo, del parto (volví a jurar no asistir), el amamantamiento de los bebés y otras cuestiones de índole pediátrica, prolongando la sobremesa con una cafetera y unos bombones que me había traído Fortunato de Bélgica.
Cuando llegó la hora de la despedida, Norma se abrazó a Liliana y le deseó mucha suerte ante su próxima maternidad. A mí, con un par de lágrimas escapándosele de los ojos, me dió un cálido beso en la mejilla y dijo:

- Gracias, Kalman. Me alegro que seas feliz….
- Yo, también

Cerré la puerta y volví con Liliana.

* Liliana es tan parecida a Lisa Edelstein (foto) que, cuando salimos, observo cómo la gente la mira y cuchichea a su paso.

martes, 14 de julio de 2009

AQUELLO FUE UN ERROR (continuación)

Apenas habían transcurrido tres días desde mi reencuentro con Norma cuando volví a toparme con ella; en idéntico escenario y a la misma hora.

- Te están esperando – me informó una de las camareras en cuanto entré por la puerta del Savoy.

Mi ex novia ocupaba una mesa del fondo pero, en esta ocasión estaba sola, sin su marido ni hija y luciendo un opulento escote.Aún cuando de inmediato desistí de intentar comprender su presencia allí, me acerqué hasta donde estaba, sabiendo que toda huida sería estéril y que, tarde o temprano tendríamos que charlar, no por gusto mío sino por voluntad suya.
Apenas encargamos las bebidas; vino blanco para ella y tinto para mí, sacó del interior de su bolso un ejemplar de “Amores volátiles” y me lo ofreció para que se lo firmara.

- ¿Viniste para esto? – pregunté con intención y no poca sorpresa
- No, vine porque quería hablar con vos, explicarte ..
- Mirá, Norma, dejá las cosas como están….vos y yo ya no tenemos palabras sino silencios – la interrumpí, acompañando mis palabras con expresión malhumorada y aburrida.
- Dejá que te cuente – dijo con firmeza y obstinación para luego agregar – yo te quería, Kalman…te quería mucho, como nunca quise a nadie pero, mi familia me hizo entender que con vos no iba a ninguna parte. Acordáte que por entonces ni siquiera escribías, llevabas una vida sin perspectivas, eras un tipo indiferente, inmaduro…… y toda mujer, a partir de cierta edad, necesita una estabilidad, una seguridad….y vos no podías asegurarme el futuro….

Yo miraba sus ojos castaños rodeados de arrugas y sentía su respiración caliente sobre mi cara mientras ella seguía hablando sin que me esforzara en escucharla. Hacía mucho tiempo que había optado por la amnesia y una regresión no entraba en mis planes.
- Seguro que te preguntás quién es Rodolfo y cómo lo conocí, no?
Es Jefe del Dpto. de Dermatología en una clínica privada…. Mirá lo que son las cosas que, cuando te dejé, me salieron unas ronchas por el cuerpo, por el estrés ¿sabés? y fui a su consulta. Resultó que era el hijo de unos amigos de mis viejos, y yo no lo sabía ¡. ¿No te parece increíble?¡¡….No te voy a decir que tuve un flechazo, como me ocurrió con vos pero, enseguida me di cuenta que a su lado podría llevar una vida cómoda, formar un hogar y realizarme como mujer….
- Mirá, Norma, está todo bien…..
- Dejáme seguir, que vos siempre tuviste la virtud de saber hablar a las minas pero nunca aprendiste a escucharnos…
- Dále, terminá, que me tengo que ir
- Vine hoy acá a verte porque ví cómo me mirabas el otro día…No te voy a decir que no me provocó una sensación rara y que el corazón me dió un brinco al volver a encontrarte pero lo nuestro ya fue, Kalman…yo estoy felizmente casada, tengo una hija y…..
- ¿Vos me estás cargando? – pregunté con estupor
- No quiero complicarme la vida….

Aquello era el colmo. Estaba claro que andaba muy confundida, que su vanidad le había jugado una mala pasada y también, que yo no iba a perder el tiempo intentando razonar de manera coherente. Sin embargo, de inmediato comprendí qué se ocultaba tras tanta innecesaria justificación, así que dejándome llevar por un impulso lúdico más que de venganza y apartando mis insípidas intenciones hasta entonces, le propuse que viniera a mi casa.

- ¿Te acordás cómo te excitabas cuando cogíamos sin tomar precauciones para que ver si te quedabas embarazada? – añadí para animarla aún cuando estaba convencido de su respuesta
- Sí, me acuerdo mucho de aquello…..era como si el mundo se fuese a acabar de un momento a otro y nosotros quisiéramos aprovechar el tiempo…
- Entonces..¿vamos?
- Vamos – respondió, poniéndose de pie.

sábado, 11 de julio de 2009

AQUELLO FUE UN ERROR

Era un jueves al mediodía y, como siempre, me había acercado hasta el Café Savoy para leer los diarios y tomarme un vino antes de comer. Necesitaba esos instantes de relax después de pasar las mañanas escribiendo desde temprano y me gustaba disfrutarlos en un local donde el personal me atendía siempre con una sonrisa y donde las mesas apenas se encontraban concurridas a las horas que yo acudía. Como ya era un cliente habitual y estimado, solía acodarme en la privilegiada esquina de la barra donde descansaban las camareras entre pedido y pedido, ocasionando la confusión de que más de uno me tomara por el encargado. Así me encontraba aquel dichoso jueves en que vi entrar a Norma entrar por la puerta, empujando un cochecito de bebé y escoltada por quien era su marido. Aun cuando evidencié mis intenciones, fingiendo concentrarme en la lectura, no por ello logré que pasaran de largo sin detenerse a mi lado:

- Hola – me dijo con media sonrisa - ¿Cómo andás, Kalman? – preguntó

Hacía más de cinco años que no la veía, concretamente desde el día que me envió un fax donde me comunicaba el fin de nuestra relación y conminaba a recoger mis pertenencias y abandonar su departamento. Y ahora, aquella mujer que me tanto hizo sufrir y cuya piel tenía sobre mí tan sugerente sugestión carnal, se encontraba parada frente a mí, provocándome una automática vergüenza por nuestro pasado en común y una inevitable misericordia al comprobar los efectos que el tiempo había dejado sobre su rostro y su figura.

- Bien, bien.....
- Ajá... – contestó para ganar tiempo y buscar palabras con que conjurar la sombra de un incómodo silencio – eehhh, éste es mi marido, Marcos – añadió entonces, apartándose para que éste se acercara y me extendiera la mano
- Mucho gusto – mentimos al unísono
El tipo tenía pinta de hombre decente, de profesor universitario o algo por el estilo.
- Ah, y ésta criatura es Laurita – dijo girando el cochecito para que pudiera verla
- Muy linda – volví a mentir (la nena no tenía culpa de nada, pobrecita, pero la verdad es que ni me tomé la molestia de observarla….en su día, Norma y yo habíamos buscado sin éxito ser padres)
- ¿Sabés que tengo todos tus libros? – exclamó de sopetón con una alegría inapropiada
- Mirá vos ¡
Ante otra nueva amenaza de silencio, hice un gesto disimulado a Jimena (una de las camareras) para que acudiera al rescate.
- Disculpen, ¿se van a sentar? – intervino
- Ehh, sí ,sí, nos vamos a sentar – contestó Norma

Nos dimos un beso, un apretón de manos y pasaron a ocupar una de las mesas más lejanas de donde yo estaba. Al irme, la miré por última vez, adivinando en sus ojos la mirada de una mujer extraviada en la melancolía y falseando una sonrisa para disimular lo que verla me provocaba: una enorme piedad y ni el más mínimo deseo.

jueves, 9 de julio de 2009

NOTAS / ABULIA (rep.)

NOTAS

Sentado a la mesa de un rincón del cochambroso café frecuentado por ociosos jubilados amantes del dominó, la copita y los cigarrillos prohibidos en casa, se entretenía observándolos y tomando notas para esa novela que no escribiría nunca. Lo que anotaba , poco o nada tenía que ver con esos viejos, que parecían no saber hablar más que de política, fútbol y sus problemas de próstata.Sin embargo, a pesar de ello, el ejercicio de mirarlos, por alguna razón superflua o por el contrario, muy profunda, actuaba como “efecto llamada” para ideas abruptas que, casi compulsivamente, parecían empeñarse en colonizar su pequeña libreta. Al cabo de algo más de una hora y con el botín de un montón de hojas escritas, abandonó el local, notando, por el rabillo del ojo, las miradas de los ancianos mientras sonreía ante una súbita verdad acaso incierta; si quería ser escritor, debía tratar a las palabras con menor reverencia.


ABULIA

Aguijoneado por el aburrimiento, pasaba las horas tumbado en el sofá, viendo los partidos del Roland Garros y atiborrándose de patatas fritas y latas de cerveza. Harto de tan poco estimulante día a día y con una creciente sensación de abatimiento y de sentimiento de culpa, se proponía un cambio radical en su existir. Por desgracia, entre sus intenciones y su realidad, se abría un hondo abismo ante el cual la voluntad flaqueaba. Así, mientras dilataba el hacer frente a sus demandas metafísicas, se contentaba con encarar otros sencillos dilemas: ¿bajar a la calle, a desayunar en un bar y dar un paseo, o poner, en el reproductor de dvd una película de fogosas tailandesas?.

martes, 7 de julio de 2009

COSMOPOLITA / FAUNA DE OFICINA / POR FAVOR, NO ME LO DIGAS

COSMOPOLITA:

Era lo suficientemente inteligente para no preguntarme en qué pensaba pero, lo mínimamente curiosa para no dejar pasar por alto mi expresión pensativa.
- ¿ocurre algo, Kalman?
- Vos sos ashkenazí de ascendencia bielorrusa, alemana y holandesa. Yo, sefaradí de orígen español, portugués, italiano y turco. Y los dos acabamos de amarnos sobre una cama de madera de Indonesia en un barrio de Buenos Aires….me estaba preguntando si a las personas nos une el destino o la casualidad….
- Tal vez el destino resulte la más poderosa de las casualidades – apuntó Liliana
- Tal vez….

FAUNA DE OFICINA:

1.Manuel. 45 años, soltero, habitual lector de Marca y forofo del Atlético de Madrid. Se dedica con ahínco a la cría de canarios y todavía sería vírgen si no pagara. Últimamente le da por las prostitutas eslavas.
2.Mónica : 38 años pero aparenta cincuenta. Casada con un cantante de orquesta, es con casi toda seguridad cornuda . Desea, a toda costa, quedarse embarazada de ese hombre que tanto la respeta (apenas la toca). Se las de entendida en literatura porque lee mucho, pero sus lecturas no van más allá de los libros que compra en el Carrefour.
3.Esteban: 48 años. Comunista. Fiel a su añorados tiempos de hippy, lleva los mismos vaqueros de lunes a viernes, tararea canciones de flores, amor y mariposas y se desplaza a bordo de un cochambroso escarabajo amarillo. Separado de una inglesa, tiene un hijo que no habla ni papa de español.
4.Juan Luis (el jefe): 42 años y un largo recorrido como pijo prematuro. Casado con una azafata de familia burguesa, odia que le recuerden los orígenes labriegos de su olvidada familia. Fiel a su impostura, está orgulloso de su melenita jerezana empapada en gomina, se declara fanático de los polos de marca, las camisas hechas a medida y las chaquetas Príncipe de Gales. Colecciona relojes y los sábados juega al golf (llueva o no llueva).

POR FAVOR, NO ME LO DIGAS:

Una mirada enfadada, de soslayo, mientras preparaba la cena, presagiaba lo que ocurriría más tarde en la mesa. La materialización de sus temores más íntimos; de ese miedo a que, mirándolo, ella le dijera: “he dejado de quererte”.

lunes, 6 de julio de 2009

CON MALENA

Desde que me había abandonado mi última novia hasta la aparición de Malena, mis días transcurrieron en medio de un hastío desbordado, apenas combatido a base de paseos febriles, deseosas lecturas para vivir a través de la empatía con personajes ficticios ideados por otros y un aletargamiento de los sentidos que temía terminara convirtiéndome en un ser inanimado. Nada me satisfacía, mi tiempo pasaba gris y pesado, arrollándome sin piedad con su nada esencial y la mortandad de sus minutos estériles. Sin estímulo alguno, todo me cansaba y apenas lograba sobrevivir gracias a un poso de esperanza que constituía toda mi reserva vital. En él brillaba, con apagado fulgor, la trémula certeza de que, en algún lugar, alguien estaba hecho para mí y su mera aparición en mi presente bastaría para insuflarme de vida. Esto, y sólo esto, era lo que me hacía levantar cada mañana. Por eso, cuando mi amigo Kalman me presentó a Malena, la reconocí de inmediato. Supe al instante que ella era la elegida, la esperada y la ansiada, y que todas las mujeres anteriormente conocidas no eran más que frustradas experiencias, meros espectros que apenas iluminaron fugazmente mis oscuros y tortuosos caminos hasta encontrarla. Comprendí que mis súplicas no formuladas sino interiorizadas, habían encontrado eco en alguna parte…allá donde el azar se moldea para definir nuestros destinos o donde nuestros sueños presentan sus solicitudes de veracidad. Pero no quiero seguir recreándome en cuestiones metafísicas ahora que la tengo durmiendo a mi lado, disfrutando de la visión de su piel morena con brillos dorados contrastando con las sábanas de raso blanco y oliendo el cóctel de esencias, que conforman sus aromas corpóreos, y la artificialidad de su perfume habitual. Huele a mujer, a sexo compartido y a vainila. A una realidad tan palpable que me empuja, como un insecto atraído por un sugerente polen, a hundir mi cabeza entre sus cabellos, buscando su nuca con mi boca y acariciando los contornos de su figura con mis manos.

- ¿No podés dormir, querido? – pregunta sin abrir los ojos

- Disculpá – me aparté brevemente y añadí – si querés, te dejo dormir…

- Sí, pero eso después. Ahora, vení.

* http://www.youtube.com/watch?v=rov3pV9PsRI

viernes, 3 de julio de 2009

NADA ES CASUAL

Mi novia me había dejado de un día para otro, comunicándome su decisión en un papel sujetado por un imán contra la puerta de la heladera: “ME VOY. Sonia”.
Como tacuarembó recién estrenado (los cumplo a finales de marzo y ella se fue en abril) tenía un lote variopinto de relaciones torcidas en el almacén de mi memoria, así que no me hice mala sangre y agarré las cosas como venían. Lo último que quería era lamentarme, ahondar en el dolor y romper las bolas a los amigos por lo que, me entregué con ahínco a buscar un olvido rápido en las profundidades del sexo. De ése modo, comencé a salir todas las noches, tirándole los perros a cuanta mina conocía y alentando a mi círculo de amistades para que me presentaran candidatas receptivas a mis encantos de macho soltero con ánimo de apareamiento indiscriminado. Los resultados no fueron tan óptimos como yo pretendía; si bien me encamé con unas cuantas, otras bastantes me esquivaron, sabedoras de qué únicamente pretendía el disfrute de sus cuerpos y en nada me interesaba cualquier otra circunstancia de sus vidas. Sin embargo, semejante dinámica duró poco porque, y en esto no tuvo nada que ver con la casualidad (que como los Reyes no existen; son los padres) conocí a Alma.

Alma Suar, era amiga de Frida, la hermana de mi colega Elías, tenía treinta y tantos, un cuerpo fibroso y llevaba con la misma elegancia unos jeans con zapatillas que un traje sastre con zapatos de tacón. Con todo, no fue su armazón lo que más me llamó la atención de ella sino sus ojos, que se movían con notoria vivacidad y observaban sin vergüenza, y su voz, dotada de un timbre que me sedujo nada más escucharla.
Cuando nos presentaron, en una fiesta en casa de Frida (que celebraba su reciente mudanza), sentí de inmediato una corriente de simpatía hacia ella. Un fenómeno que debió darse en las dos direcciones, a juzgar con la familiaridad con que me trató desde el principio.

- ¿Cuándo vas a volver a publicar algo? – me preguntó de golpe
- Bueno….estoy ultimando un nuevo libro de cuentos pero ando liadísimo con el guión del programa “Chimentos de dormitorio” y…
- No te puedo creer ¡ No me digás que sos vos el que escribe ese bodrio
- Y, sí…no sólo de leer a Borges vive el hombre
- Habiendo leído tus libros, se me hace raro saber que tenés que ver con semejantes abortos televisivos
- También acepto trabajos de publicidad y colaboro con alguna emisora de radio de vez en cuando, además de mis ocasionales artículos de prensa y otras publicaciones
- ¿Y eso no te saca mucho tiempo para vivir?
- Mirá, yo trabajo en algo que me gusta así que me siento vivo cuando escribo. Por otro lado, tengo una tendencia natural a la soledad y marco un cerco de aislamiento a mi alrededor. Supongo que se deberá a que suelen interesarme más las ideas que el género humano.
- ¿Te puedo ser sincera?
- Por favor
- No te pega hacerte el duro ni el desinteresado. En primer lugar, porque sé que te separaste no hace mucho y andás como bola sin manija, enganchándote efímeramente con otras minas para no pensar en la que te dejó. En segundo, porque vos no sabés lo que querés. Y, en tercero porque, yo, te gusto ¿o me vas a mentir y decir que no?.
- Espectacular ¡ Ahora me toca a mí: le dijiste a Frida que se hiciera la encontradiza conmigo para que nos presentara, me decís éstas cosas para demostrarme que tenés personalidad, que sos distinta e inteligente y, para terminar, mostrás un interés por mí que supone una excepción en tu comportamiento con los hombres desde que te separaste de tu marido, de lo que deduzco que yo también te gusto ¿o me lo vas a negar?

Tras este primer encuentro, tan halagüeño y sugestivo como predestinado, llegó una sucesión apresurada de acontecimientos que nos trajo a un feliz presente cuyas particularidades omito por miedo a despertar envidias. Únicamente añadiré que, cuando alguien aparece en tu vida para rescatarte, simplezas como vanagloriarse de gestas sexuales y triunfos económicos se baten en retirada, llevándose consigo recuerdos tan dolorosos como una escueta despedida en la puerta de la heladera.