Me sentía mal. Había rapado mis cabellos al uno, dejado la barba y aún así todavía reparaba en las miradas que, algunas mujeres, me lanzaban por los pasillos del Ministerio donde trabajaba. Cuando por las tardes salía a correr al parque, añadiendo cara de cansancio y sudor a mi estampa de desaliño, también me miraban las corredoras con que me cruzaba. No podía entenderlo. Apenas llegaba a casa, me plantaba desnudo ante el espejo del baño y me observaba con atención, intentando comprender las causas por las que mi atractivo continuaba funcionando. Sería algo hormonal, era la única explicación lógica que se me ocurría porque, objetivamente, mi sex appel se situaba por debajo de mi umbral de satisfacción y no recordaba haberme sentido tan poco a gusto conmigo mismo desde que tenía cinco años y lleva el flequillo cortado a tazón. A la par, me acompañaba un estado anímico caracterizado por la desgana y la melancolía. De día, cumplía prolijamente con mi trabajo y, por las noches, me acostaba temprano, con el único deseo de hundirme entre las sábanas y no existir durante unas horas. No tenía ansia por nada y hasta las películas, que bajaba de Internet, se acumulaban esperando me quitara la apatía de encima y quisiera verlas. Así, con este cuadro existencial tan poco envidiable, hundiéndome en un mundo interior caracterizado por el vacío, pasé los dos últimos meses de mi vida. Justo hasta el pasado viernes en que me quedé sin tabaco.
Serían las once de la noche y me había fumado hasta el último cigarrillo, tumbado en el sofá y con el televisor encendido emitiendo las estupideces habituales, así que decidí vestirme y bajar a comprar más. Como la tienda de los chinos aledaña a mi domicilio estaba atestada de gente, y el bar de la esquina cerrado por Motivos Familiares, o sea, que se habría muerto alguien, me vi en la obligación de entrar en un pub ubicado a mitad de calle. Entré, pedí cambio a la camarera y, ya que estaba, un vodka con Seven-Up. Por suerte para mi natural misantropía, el local estaba poco concurrido, así que con mi copa en mano, me acerqué a la máquina expendedora y saqué un paquete de Marlboro. Encendí un cigarrillo di un trago a mi bebida, una larga calada y me quedé mirando las evoluciones de las volutas de humo que resaltaban sobre el fondo negro del tapizado de las paredes. Entretenido en tan pueril entretenimiento, no la vi llegar, por mi flanco derecho, hasta que me saludó:
- hola
- hola – respondí, a una muchacha con jeans, camisa blanca y pelo castaño corto y cara de chica de buena familia alimentada con cereales
- hace días que no vas a correr por el parque – me soltó
Me fijé en ella con atención y caí en la cuenta de quién era: una de las que me miraba al cruzarnos. Estaba muy buena y tenía un culo respingón endurecido por el ejercicio y las dietas bajas en carbohidratos. De pronto, me sentí juguetón, así que imposté mi olvidado acento porteño
- no, sha no voy……ando re-cansado…..debe ser la astenia primaveral
- ¿eres argentino? – preguntó sorprendida
- sí, pero shevo mucho tiempo viviendo acá
- me encanta como habláis…..sois tan dulces….
- mirá vos….qué lindo lo que decís, flaca
- te vi correr y la verdad es que vas a buen ritmo…..¿te estás preparando para bombero o algo así?
- ¿sho bombero? ….me hacés reir…..no, sho voy a correr para sacarme el estrés de ensima
- ¿te puedo hacer una pregunta?
- dále
- ¿por qué te rapaste tanto el pelo?
- no me digás que no te gusta…
- estabas mucho más guapo antes…
- ¿ah sí?
- sí…..el pelo rapado no favorece a nadie……en cambio, la barba te queda bien….
- no me preocupan mucho las cuestiones estéticas, sho soy más hombre de fondo que de forma….
- eso lo dices porque no tienes problemas para ligar….
- tampoco me preocupa ligar
- ¿y qué te preocupa?
- la tala indiscriminada de los bosques tropicales, la extinsión del gorila de montaña, si Maradona dejó la droga, la crisis del PP y quedarme sin sigarrishos….sobre todo, quedarme sin sigarrishos
Sonrió, que era justo lo que yo quería; que se mostrara receptiva ante mis ocurrencias.
- no te había visto nunca por aquí…..
- no, sho apenas salgo….¿vos venís mucho?
- sí, bastante…..vivo aquí al lado y el dueño está casado con una antigua compañera mía del instituto…..
- ah……che, oíme, no te ofendás, pero me tengo que ir….
- ah, vale…oye, ¿qué te parece si la semana que viene corremos juntos?
- dále
- ¿te parece bien? ….te doy mi teléfono entonces, así me llamas y quedamos
- no, mejor quedamos sha mismo…..a las ocho donde el estanque de los patos – propuse, que no se pensara que me tenía a su disposición y la iba a llamar por teléfono sin apenas conocerla
- perfecto… - balbuceó sin poder disimular cierta decepción
- bueno, entonses hasta el lunes……chau
- y déjate crecer el pelo – me aconsejó tras despedirnos con dos besos
- claro…..a estas alturas, es lo único que crese….bueno, eso y….. la naris