jueves, 20 de diciembre de 2007

Regalo

Vivía en una especie de vacío, con la realidad huyéndole y una eterna angustia vana. Una vida sin el menor sentido, preguntándose si le hacía falta haber venido al mundo. Por todas partes había sufrimiento y rencor por humillaciones infringidas e intentaba desesperadamente encontrarle un sentido a las diarias sacudidas de su existencia. Lo peor, con todo, era que andaba sobrado de clarividencia pero, carecía de audacia. Abandonado por el azar, al que seguía tentando con una patética inocencia, quiso creer en D-i-os y sucumbió a los libros de tendencia religiosa y la mística, pero de nada le valieron, y la idea de dejarse morir comenzó a tomar forma en su mente. Comprendió entonces lo libre que se siente uno cuando todo está perdido, más muerto que vivo, con su vieja cólera interior adormecida por el desencanto y cada vez más recluído en su islote de resentimiento y soledad.
Sin embargo, cuando menos lo esperaba pero más necesitaba, fue elegido por un azar inconcebible y la conoció a Ella; la mujer ante las que las demás perdían consistencia, la que monopolizaba sus deseos e intenciones (las buenas y las otras), la que ejercía de timonel de sus sueños, la que materializada en imágenes atrapaba todas sus miradas, la destinataria privilegiada de sus secretos, la que le tentaba a pensar en el futuro, la que provocaba su naturaleza viril, la que aguardaba sin sospecharlo, la que dinamizaba sus neuronas y su valor, la que le humanizaba y hacía sentir vivo, la que recibía sus cartas de amor……ridículas como todas las cartas de amor que se precien, la que le embriagaba con sólo ser como era, la que atesoraba todos sus “te quiero”, la que compartió los últimos treinta años de su vida, la madre de sus hijos, la que yace en una tumba de piedra y musgo, la que se fue pero sigue estando, la que……Ella

E. Silicaro (1945-2007).
D.E.P.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Escena diurna (reposición)

"Viajo en Metro, parapetado tras un libro de Vergílio Ferreira y observando, furtivamente, al resto de pasajeros del vagón. Estos parecen dividirse en dos grupos; los que están absortos en la nadería de sus pensamientos, y los que se hunden en la lectura de periódicos gratuitos, atrasados suplementos dominicales y libros de pseudoliteratura. De mi derecha, proveniente de una vieja con michelines apretados en un horroroso vestido de raso azul, me llega un mareante cóctel de olores, mezcla de sudor, laca, perfume barato y orina estancada. Frente a mí, una gorda con medias hasta las rodillas, se hurga entre los dientes y rasca el sarro de los contornos con las esquinas de un bono de diez viajes. Un espectáculo tan grotesco que no puedo apartar la vista, seducido por la visión de semejante horror. Intento, en vano, concentrarme en la prosa del escritor portugués para escapar de las sensaciones que capto a través de mi vista y mi olfato. No hay nada que hacer, no puedo mirar para otra parte más que para adelante, y no puedo dejar de respirar más allá de un minuto. Opto por relajarme, y cierro los ojos deseando llegar con premura a mi estación de destino. Por fortuna todo llega, incluso ésta, y piso el andén con el alivio de quien es liberado. Antes de que el tren retome la marcha, me vuelvo y compruebo como los dos repulsivos seres continúan trayecto, indiferentes al rechazo y malestar que provocan. Que no se preocupen; para ellas también está hecho el cielo."

jueves, 13 de diciembre de 2007

Llámese amor

Se tuvo lástima de pronto, con el vaso de whisky en la mano y el televisor encendido emitiendo algo que no miraba. Todo, para hacer tiempo y no irse a la cama. Todo para no soportarla, para no escuchar las patéticas peticiones: “díme que me quieres, querido” o la repetida pregunta tras el coito: “¿en qué piensas, mi amor?”. No era la mujer que había soñado y sólo unió su destino al de ella por una mera cuestión de edad……………. y porque pasaba por ahí. Por comodidad, por evitar la soledad, por ser como todos, por pensar que su vida mejoraría se había atado el yugo del tedio, de las costumbres impuestas, porque las cosas le rebasaron y se dejó ir hasta el final, porque se regaló sin siquiera venderse, por las vacilaciones de su conciencia, por imbécil, por no enfrentar al espejo, por …….
- querido, ven a la cama – vociferó ella desde el dormitorio
- ya voy
Apuró el whisky, amargo de condena, y sólo pidió una cosa mientras iba por el pasillo; que, por favor no lo recibiera con una sonrisa.

martes, 11 de diciembre de 2007

Desconsolado (reposición)

La tediosa calma reinante en el sombrío local de atmósfera macilenta, humo estancado y cristales opacos por la mugre no ayudaba a romper el círculo vicioso de introspección, melancolía y tristeza. Tomaba un café solo, negro como su amargura, a sorbos diminutos que producían quemazón en la punta de su lengua mientras miraba, absorto, la puerta, como si esperara la entrada de alguien. Los restantes clientes del establecimiento, viejos que se entretenían jugando al dominó y bebiendo copas de coñac que en sus casas tenían prohibidas, le lanzaban fortuitas y esporádicas miradas, más cargadas de indiferencia que de otra cosa. A un primer café siguió un segundo, y a éste un tercero, a cual más negro y más amargo. La carga de cafeína ingerida le provocó cierta eferverscencia eufórica que le empujó a levantarse y salir a la calle a caminar por las callejuelas del laberíntico barrio. La tiránica oscuridad de la noche, favorecida por los decadentes y grises edificios, apenas se veía afectada por la débil resistencia de escasas y distantes farolas sobrevivientes de olvidados tiempos de prósperas promesas. Sin darse cuenta, como si fuera sonámbulo, se encontró ante el muelle y unas aguas que parecían llamarle. Se sentó en la fría piedra y contempló largamente los caprichosos reflejos sobre la líquida superficie hasta que al rato, flexionando su tronco hacia delante, se lanzó a las profundidades de la muerte, sabiendo que era la única salida que tenía para un abatimiento y un desconsuelo inextinguibles.

sábado, 8 de diciembre de 2007

Ejecuciones

A efectos meramente informativos, les diré que me llamo Ariel Benador y les voy a contar algo que mi padre me narró mediando los ochenta.
La historia en cuestión acaeció en Paraguay, lugar donde por entonces mi progenitor desempeñaba labores diplomáticas de un país cuya identidad no viene al caso, y llegó a sus oídos de boca de un personaje implicado en los hechos.

Asunción, mil novecientos cincuenta y tantos. En el despacho del presidente de la filial paraguaya de una gran compañía de automoción alemana, se presentó un individuo de unos sesenta años, de tez cetrina, nariz huesuda, ojos huidizos de animal acosado y un incipiente encorvamiento de la espalda que potenciaba el aspecto enfermizo de su extrema delgadez.
- Siéntese, querido Hans – le dijo el director, un gordo de cabeza bestial y rasurada
- Sí, señor – respondió con humildad el recién llegado
- Usted sabe, querido Hans, que estos son tiempos difíciles para nuestra gente….Los norteamericanos y los malditos judíos no paran de acosarnos y debemos ser muy cuidadosos…..aunque contamos con la colaboración del gobierno militar, ya sabe que en la política las tornas cambian con rapidez y esta gente no se mueve más que por el interés y las componendas económicas…..estos “negros” son así….
Su foto, está siendo difundida por todo el mundo y eso no es bueno para la causa y tampoco para esta empresa que siempre se ha portado generosamente con usted…
- sí, señor, y se lo agradezco…
- lo sé, Hans, lo sé…..pero hemos pensado que sería bueno que desapareciera por una temporada ….no le va a faltar de nada ….y cuando la cosa se enfríe un poco, pues entonces….
- Perdone que lo interrumpa, pero cuando dice “hemos pensado” ¿a quiénes se refiere?
- a los antiguos camaradas de las SS
- ah ….¿y por qué no fui informado de esa reunión?
- bueno, no se ofenda, pero pensamos que sería mejor no avisarle….usted no sería objetivo y además, Alemania y el mundo le deben tanto que queríamos demostrarle, de alguna forma, con hechos, que estamos orgullosos de usted…..
- comprendo
- Abajo, mi querido Hans, dos hombres de los nuestros le están aguardando para llevarlo a un refugio seguro….y no se preocupe por nada….va a estar muy bien
- Está bien, si así lo quieren los camaradas….

Se despidieron, taconeando a la alemana e izando el brazo:
- Heil Hitler
- Heil Hitler

En el vestíbulo del edificio, dos hombres de acentuados rasgos arios lo condujeron hasta un Mercedes negro estacionado en la puerta.
Esa misma semana, las páginas marginales de los periódicos nacionales informaban de la aparición de un hombre ahogado en un tramo del río Paraná, portando documentos en su bolsillo a nombre de Heriberto Peralta. La escasa o nula notoriedad de la noticia chocaba con la anormalidad de otros tres sucesos ulteriores relacionados con ella. Por un lado, la cúpula de la filial de la firma alemana, fue convocada a la sede de Hamburgo con carácter de urgencia, siendo posteriormente sus miembros sustituídos. Por otro, un ciudadano alemán, con documentación falsa a nombre de Eladio Valdés, fue encontrado dentro de su vehículo y con múltiples impactos de bala, a escasos kilómetros de la frontera con Argentina. Finalmente, el responsable de Seguridad de la Embajada de Alemania en Asunción pereció acribillado en una calle de la capital cuando salía, de madrugada, de un prostíbulo. Los análisis balísticos pertinentes indicaron que la munición empleada correspondía a una pistola Beretta, de calibre 9 mm., como las que utilizan los profesionales.

Meses más tarde, el Centro Simón Wiesenthal, en un comunicado, informó que el cadáver identificado como Heriberto Peralta, se correspondía, en realidad, con Hans MeyerKopf, ex general de las Waffen SS y responsable de deportaciones masivas de judíos en Hungría en 1944-1945.

NOTA : El texto es pura ficción, así que cualquier parecido con la realidad es puñetera casualidad. O no.

jueves, 6 de diciembre de 2007

Uno de los Justos (en Buenos Aires)

Se llamaba Marcos Malerenco, y llegó a ser un célebre actor teatral, allá por las primeras décadas del siglo XX. Había comenzado en el teatro yiddish y sobrevivió al mismo reconvirtiéndose en un actor versátil, que se movía con igual soltura en la comedia como en el drama. En aquellos años lo tuvo todo: desde el amor de las más deslumbrantes mujeres hasta la envidia de los mediocres, pasando por la generosa posesión de bienes materiales y una salud de hierro.

Cuando yo lo conocí, tenía 94 años pero su aspecto aparentaba más de diez menos. Alto, desgarbado, con ojos gris acero y rasgos fuertes, como si los hubiera esculpido un artista, miraba de frente, directamente a los ojos, transmitiendo la sensación de saberlo todo de uno. Vestía pulcramente, con trajes de excelente corte pero que habían conocido tiempo mejores y sus cabellos, blancos , con una tonalidad amarillenta como descolorido con lejía (lavandina para los argentinos) se aplastaban sobre su cráneo, peinados hacia atrás y resaltados con una raya lateral trazada con esmero.

Coincidíamos en un viejo Café cercano a mi nuevo domicilio, y durante días nos observamos desde nuestras respectivas mesas sin decirnos nada, lo cual era lo normal, dado que éramos dos desconocidos. Él siempre ocupaba la misma mesa, a mitad de salón, y yo optaba, invariablemente, por una de las cuatro pegadas al gran ventanal que daba a la calle. Me gustaba acudir allí todas las mañanas, después de maratonianas noches en las que trabaja sin descanso en mi nueva novela. La lectura del periódico acompañado de un café con leche y media lunas y la inevitable anotación de ideas que me asaltaban de súbito, suponían un moderado pero no por ello menos terapeútico descanso en mi frenética actividad literaria. Así, día tras día hasta que inesperadamente, una mañana se plantó frente a mí y me preguntó:
- discúlpeme que le moleste, le vengo observando hace tiempo y no me cabe ninguna duda de que usted es escritor ¿me equivoco?
- no, no se equivoca……..publiqué un par de novelas
- eso está muy bien……¿le importaría que me siente?
- no, por favor
- cuando yo era jóven, allá por la Edad Media, conocí a muchos escritores. Siempre me gustaron porque compartimos el gusto por las historias, lo cual nos acerca a Dios, quien creó al hombre precisamente por eso: porque le gustan las historias. ¿Quiere que le cuente una?.
- sí - respondí seducido por sus palabras
- Entonces le contaré la mía pero le pido tenga paciencia si no sigo un orden lógico. Soy muy mayor y mi memoria se ha vuelto lacustre, es decir, está llena de lagunas……
Esa mañana, me contó las nostalgias de sus primeras actuaciones en el Ombú, el Excelsior, el Soleil y su posterior carrera en el teatro convencional, cosechando éxitos de público y crítica durante muchos años. Después, como si D-i-os o el destino se pusieran celosos de su buena estrella, un par de fracasos le relegaron a un creciente olvido apenas interrumpido por esporádicas apariciones en alguna obra menor o algún papelito en varias películas nacionales y series de televisión. Sólo los viejos se acordaban ya de su nombre . Este hombre, famoso y que incluso había trabado amistad con el mítico Maurice Schwartz, Paul Muni o el mismísimo Borges, vivía desde hace muchos años, de las rentas que le proporcionaban el alquiler de los numerosos inmuebles que poseía. Soltero por convicción y sin herederos, destinaba gran parte de sus ingresos a instituciones benéficas y ayudar a todo aquel ser desamparado que se cruzaba en su camino. Tenía apadrinados a varios niños del Tercer Mundo y convivía con 6 perros que había rescatado de la calle.

Tras este primer encuentro, nos vimos a diario durante seis meses, hasta su posterior fallecimiento. Por razones que se me escapan, me nombró heredero universal de sus bienes, con la disposición explícita de hacerme cargo de sus animales, sus apadrinados y continuar esmerándome en obrar el bien entre los más necesitados. Acepté, emotivamente agradecido y deseoso de imprimir nuevas significaciones a mi existencia.
Terminada mi novela, con él aún en vida, comencé a madurar la idea de narrar su historia, algo que ahora me obsesiona sabiendo que mi homenaje será de su agrado. Ya comencé a escribirla, aunque llevo muy poco y sólo puedo desvelar el principio:
“Se llamaba Marcos Malerenco y …..”

martes, 4 de diciembre de 2007

Mágica

Por primera vez en mucho tiempo se sintió revitalizado, consciente de que un hombre con presente no necesita pensar en el pasado. Atrás quedaron infortunios múltiples, miles de esperanzas malparidas, traiciones presagiadas, desencuentros y gambetas del azar. Su esencia, conformada de recuerdos de experiencias divergentes a sus deseos, iba a sucumbir en retirada, dejando campo libre para la toma de posesión de lo venidero, luminoso e inmenso, según se le antojaba en sus pensamientos. Ahora era un hombre que ya no pensaba en la muerte, sino en la vida, y todo se lo debía a Ella.
Si cualquier encuentro entre personas encierra un significado que nos desafía o se nos escapa, la aparición de Silvina, un bendito día de invierno cuando ambos salían del cine, supuso la toma de conciencia permanente del sentido trascendente de los sucesos que nos atañen. La introducción de ésa mujer como variable en la ecuación de su vida, lo cambió todo, pasando de lo irresoluble a la solución múltiple. Ya no había lugar para el sufrimiento y la angustia, que antes estaban por todas partes. Ella influía en todos los acontecimientos de su existencia, marcándolos con su impronta y dotándolos de una pauta exitosa novedosa hasta entonces. Su realidad danzaba de diferente manera y la fortuna se manifestaba en todos los campos. Acompañado de Silvina, acaparaba las miradas interesadas de otras mujeres, pidiéndole le dijera números, acertaba en la Lotería, la caída de su cabello cesó desde que ella se lo lavaba todas las mañanas, los encargos laborales le llegaban a la oficina desde destinos inverosímiles coincidiendo con la actividad de ella como secretaria, y la fenomenología, no cesaba de crecer de manera multidireccional. Le iba todo tan bien que parecía un sueño. Sin embargo, y reivindicando el eterno vicio humano de desear lo que no se tiene, añoraba un poco de imperfección. Pero tal pensamiento era efímero: lo justo para pasar el peine por su cabellera y ver cómo salía limpio de pelos.