martes, 2 de junio de 2009

INTERESANTE INTERÉS

Pasar las tardes solo, en mi pequeño apartamento, me resultaba algo insufrible. Por eso, apenas el sol daba una tregua, salía afuera y perdía el tiempo vagabundeando por las calles, leyendo en los cafés y cansándome antes de regresar a casa, donde afrontaba tóxicas raciones televisivas hasta bien avanzada la madrugada. Al despertar por la mañana, sentía como cada vez me costaba más levantarme de la cama para acudir a un trabajo tedioso y mal retribuido, donde me sumía en rutinas improductivas mientras mis sueños relegados y no cumplidos se cebaban sobre mí en forma de neurosis y consecuente angustia. Tenía la certeza que todos me veían como a un extraño y que en esa ciudad jamás me sucedería nada, porque era un lugar vacío de sentido para mí, un lugar donde no podía germinar ningún hecho inesperado y grato, por insignificante que fuera. De ahí que, aún hoy, recuerde con especial regocijo e inextinguible sorpresa mi decisivo encuentro con Jimena.
Fue un miércoles de junio, caluroso y con amenaza de tormenta, en que sentí ganas de conocer un local argentino que habían abierto a la vuelta de la esquina. Aún cuando la decoración no me motivaba lo más mínimo, con una intensa iluminación blanca que resaltaba el brillo de las superficies de plástico del mobiliario y el aire acondicionado se manifestaba en forma de viento polar, pedí dos empanadas de carne, un botellín de Quilmes y tomé asiento a una mesa que daba a la calle. Con el libro en una mano y una empanada en la otra, mantenía un difícil equilibro sólo interrumpido cuando me servía más cerveza o subrayaba algún párrafo. Tan absorto estaba en mis cosas, que tardé un buen rato en darme cuenta de que ella me miraba, no de un modo pasajero y ocasional, sino con incisiva curiosidad, como si me conociera de algo o bien pretendiera hacerlo.Por eso me inquieté cuando, con una copa en la mano, se acercó decidida hasta donde yo me encontraba:

- Disculpá. ¿vos no sos Marcelo Treves….el autor de “Vanidades vetustas y otros cuentos”? – preguntó con inconfundible acento porteño.

Hacía unos años, yo había ganado un importante premio literario que otorgaba la Municipalidad de Buenos Aires, recibiendo todo tipo de lisonjas por parte de la crítica especializada: “una imaginación fértil, cargada de matices que producen un resultado fascinante” (Sergio Petrocci, de Página 12), “Treves interpreta la realidad de un modo singular y personalísimo dotando a sus cuentos de una musicalidad que entronca con la mejor tradición argentina” (Esteban Kaminsky, de Clarín), “una brillante incursión por la ironía” (Carlos Casanova, Letras con Mayúsculas)………..Por desgracia, los buenos augurios y las expectativas unánimes no encontraron confirmación futura y mis siguientes títulos pasaron sin pena ni gloria, relegando mi nombre a un merecido olvido y provocando la atrofia definitiva de mis impulsos creativos.
- No me digás que vos lo compraste….. – respondí, más relajado y vanidoso al saberla paisana y lectora mía
- Sí, me lo regaló mi mamá………y después yo me compré “Ordinaria Ordinariez; cuentos para el colectivo” y tu única novela : “Alma”
- Mirá vos ¡ yo pensé que sólo mis tías compraban mis libros….y decíme ¿qué cuento te gustó más de “Vanidades vetustas”?
- “Pena Grande”, sin duda. Me encanta cómo diseccionás psicológicamente al protagonista……cómo, ante la desintegración de su mundo, va aceptando estoicamente todo lo que le pasa…y te tengo que confesar que según iba leyéndolo, miraba una y otra vez tu foto en la solapa del libro, especulando sobre cuánto podría tener de autobiográfico o si se trataba de mera empatía hacia la problemática de un personaje
- ¿Y a qué conclusión llegaste?
- Bueno, mi mamá decía que, aún cuando utilizabas la tercera persona, en realidad estabas hablando de vos mismo pero yo me decantaba por la segunda opción…Eso sí, con la sospecha de que algunas de esas sensaciones no te eran del todo ajenas…
¿tengo razón?
- O no….en todo caso comprenderás que, como autor, no puedo resolverte el dilema….sería como una traición hacia mi mismo y sobre todo hacia mi personaje, una especie de violación de la confidencialidad que le debo…

Continuamos hablando un rato más de libros antes de pasar a otras cuestiones. Se vió sorprendida cuando le dije que había cambiado la literatura por la seguridad de un trabajo fijo y, bastante menos, al enterarse que estaba soltero porque, según ella, un individuo con un universo interior como el mío debía verse asfixiado conviviendo con alguien, salvo que ésta persona fuera algo muy especial, lo cual sucedía en contadas ocasiones. Además, hacía rato que se había dado cuenta de que no llevaba alianza y apenas prestaba atención a las mujeres que pasaban por la calle.
- ¿Siempre sos tan observadora?
- Si tengo interés, sí.
En cuanto a ella; era pediatra, llevaba apenas un par de semanas en Madrid y a principios del siguiente mes se incorporaba a una conocida clínica privada del barrio de Salamanca. Allá, en Buenos Aires, acababa de sufrir el asalto a su departamento y el robo de su coche a punta de pistola, lo que la decidió a un cambio aires para recuperarse del trauma sufrido.

- Bueno, fue un placer conocerte pero, me tengo que ir – dijo al cabo de un rato
- ¿Te voy a volver a ver?
- Si tenés interés, sí ……..aunque tengo que advertirte de una cosa; si eso sucede, yo voy a hacer que volvás a escribir.

Antes de salir por la puerta se volvió para mirarme, sonriente y dejándome con una duda hoy despejada: Saber cómo le quedaría un bebé propio en los brazos.

29 comentarios:

Arantza G. dijo...

Bueno...ese final...no se, me resulta un pensamiento para alguien romántico y por otro lado no me parece que Marcelo sea de esos...teniendo en cuenta los títulos que da a sus obras me resulta un tanto escéptico amén de un pelín aburrido; mira que intoxicarse con infumables sesiones de televisión...ja,ja
Un beso

Carlos Paredes Leví dijo...

Arantza G:
Justo eso es lo que quería expresar; cómo las personas más "amargadas" y peleadas con la realidad son las más vulnerables a que le ocurran cosas inesperadas y las más fáciles de sorprender. Del mismo modo que las personas sumamente desconfiadas terminan siendo presa de algún timo o engaño difícil de entender por los demás.
Hay tanta gente que se intoxica viendo la televisión de modo indiscriminado...¡ Lo que pasa es que luego no lo reconocen, y mienten diciendo que ven los Documentales de la 2.
Un saludo.

olhodopombo dijo...

Levi,
Gostei muitissimo deste texto,
imagine que eu estou lendo-o e ouvindo o compositor brasileiro Vila-Lobos,
meus gatos dormem enroscados no sofá e la fora o mundo esta azul e quente.

TortugaBoba dijo...

Me gustó mucho el relato en conjunto (el final me sorprendió y me gustó por ello aún más), y en particular me hizo reír lo que dice el escritor: "No me digás que vos lo compraste". Las referencias sobre la obra ganadora están muy logradas también.
Pero dime, ¿qué podría leer el protagonista?
Beso.

Remembranza dijo...

no te eran del todo ajenas…..........

Bueno, no llovió pero casi jaja!
Qué cosas, nunca reparé en que un hombre pudiera pensar lo del final. Que ternura.
Un abrazo

Carlos Paredes Leví dijo...

Olhodopombo:
Me alegro que le gustara. Los gatos sí que saben afrontar la vida, con esa sabiduría natural de tener claro que todo efímero y pasa como en un sueño.
Un saludo.

TortugaBoba:
Estuve a punto de poner qué libro leía el protagonista; "Era el cielo", del argentino Sergio Bizzio.
Un saludo.

Remembranza:
"no LE eran del todo ajenas...:", no sea que me confundas con el protagonista....
Cierto, me faltó la lluvia para que quedara redondo. En fin, no sólo de agua viven las plantas....
Claro, vos vas por la calle deteniendo el tráfico y sólo se te paran tipos que te dicen cosas como: "disculpá, vos y yo no nos conocemos de algo?" "Vos te llamás Lorena?" (también vale Beatriz o Laura, etc.
Un abrazo.

ana dijo...

Por Dios!!!!que romanticismo ,eso si me gusta mucho.
Es algo hermoso para un escritor enamorarse de alguien que lo valore y resucite su talento!!!!!.

TortugaBoba dijo...

Ana, estamos haciendo grandes avances con el señor Carlos :)

Carlos Paredes Leví dijo...

Ana:
Es que yo sé que vosotras sois unas románticas así que....me invento historias que se os van a gustar. Y sí, para levantar la autoestima en horas bajas, no hay nada mejor que el piropo ajeno, sobre todo de la persona amada.
Un saludo.

TortugaBoba:
Ja ¡

TortugaBoba dijo...

Je¡

Carlos Paredes Leví dijo...

Me estás vacilando ?

TortugaBoba dijo...

Un poco, sí. Ji¡

ana dijo...

Carlos ,Tortuguita tanto ja je ji jo ju y con la primavera ,Queda alguna bajaestima que tenga algo que decir?
Creo que ambos estais en pos de conquistar un futuro de autèntica novela.
Es el deseo de esta vieja amiga que os quiere desde lejos.

TortugaBoba dijo...

Gracias Ana :)
Carlos, me quedó una duda: ¿él acude al parto o no?
Besooooooo

Carlos Paredes Leví dijo...

Ana:
Me deja sin palabras...

TortugaBoba:
habría que preguntarle....ya sabes que hay tipos que hacen esas cosas tan raras.
Un saludo.

Remembranza dijo...

Noo, a mi no me para nadie!!
Ni siquiera me miran...

Carlos Paredes Leví dijo...

Remembranza:

Andá...¡¡¡

ANA NOSTRADAMUS dijo...

Voy a escribir una novela en la cual Carlos ,compelido por la urgencia ,ayude a dar a luz a su primer heredero.
Ya me lo veo ,todo contento y superfeliz ,todo salpicado de las huellas que deja el viajero-fruto del amor- al llegar al mundo.

TortugaBoba dijo...

Me parece una idea magnífica Ana. Una cosa es que Carlos no quiera asistir a un parto, otra que tenga que asistir a él por circunstancias que escapan a su voluntad. Es más, Carlos, deberías de hacer un ejercicio mental de cómo sería esa historia y escribirla :)
Besooo

samuel dijo...

Eso se llama tenerlo claro, por ambas partes.
Un abrazo!

Carlos Paredes Leví dijo...

Ana Nostradamus:
En todo caso, sería una novela de ciencia ficción, porque mi realidad sigue otros derroteros....
Un saludo, y gracias.

TortugaBoba:
Ni fumado voy asisto yo a un parto
Un saludo.

Samuel:
A veces las circunstancias se manifiestan de tal forma, que los miedos quedan atrás y la claridad gana espacio.
Un saludo.

Miguel Baquero dijo...

Me alegra que me aclarases en mi anterior entrada que cuanto cuentas es ficción (yo me trago todas las bolas). Me quitas un peso de encima sabiendo que no hay un libro por ahí que se titula "Vanidades vetustas".

Carlos Paredes Leví dijo...

Migual Baquero:
Bueno, eso nos pasa a todos. En cuanto al título, seguro que los hay peores, y ni te cuento si te adentras en el campo de la pintura abstracta...
Un saludo.

Fedora dijo...

Yo soy mas de los desamores que de los amores, pero le diré que la historia la lleva a una a que se personifique gratamente con la protagonista.

... yo tampoco dejaría que mi hombre este presente en el parto o si, para tener a alguien conocido a quien maldecir por los dolores.

un saludo.

Carlos Paredes Leví dijo...

Fedora:
Qué literario queda eso de ser más de desamores que de amores ¡ En todo caso, te creo.
Ir al parto de tu pareja, sólo sirve para que te puteen y te destrocen la mano. A esas alturas, se supone que uno ya cumplió de sobra....
Un saludo.

Fedora dijo...

No se si es literario, pero es más real, de la vida diaria.

... por lo del parto, ustedes no sufren nada, lo menos que pueden hacer es aguantarse las puteadas y tomar conciencia de lo que implica para la mujer.

... y no se me haga el recio, que si no va es más por miedo que por otra cosa.

Otro saludo

TortugaBoba dijo...

Fedora, creo que diste en el clavo con el porqué Carlos no quiere ir a un parto :)
Beso.

Carlos Paredes Leví dijo...

Fedora y TortugaBoba:

No es por miedo sino por principios y comodidad. Prefiero estar en la terraza fumándome un Montecristo y mirando el tráfico.

Dos saludos.

TortugaBoba dijo...

Ya ya... :P