domingo, 8 de junio de 2008

UN PRECIOSO DÍA DE PRIMAVERA

Hoy sé que tenía que haber hecho caso a los restos de mi sentido común y no haber salido de casa aquella mañana. Pero quería verla, como si me empujara una fuerza a la que mi voluntad no podía ofrecer resistencia. Quizás todo fuera porque simplemente no quería perderla para siempre, sin remedio, o porque tras nuestra separación luchaba sin éxito para no pensar en ella o porque me gustaba engañarme pensando que algún acontecimiento del destino nos uniría de nuevo a su antojo. Hoy lo sé pero, aquél sábado, todavía estaba dispuesto a continuar engañándome. Aún quería creer que ella volvería conmigo, a socorrerme, a rescatarme de las ruinas de mi vida fallida, de mis enquistadas nostalgias por un amor extinguido y de los deseos abandonados convertidos en pesadillas.

Ése día, que dividió mi vida en dos de manera irremediable, desperté feliz como un idiota, imbuido de una energía que no sabía de dónde brotaba. Acaso algún mecanismo de defensa contra el nerviosismo que fermentaba en mi interior. Me duché, canturreando bajo el agua, me vestí y acicalé con esmero delante del espejo, sin desprenderme de un optimismo que crecía a medida que se aceleraba la cuenta atrás.

Sabía que, los sábados por la mañana, ella acudía a la facultad, donde seguía un curso de postgrado cuya finalidad nunca terminé de entender. Como no terminaba sus clases hasta las dos, me permití el lujo de desplazarme dando un largo paseo, sin prisas e inventando todo tipo de diálogos durante el camino y así controlar la angustia. Al llegar al edificio, miré mi reloj y comprobé que aún restaba una hora para que saliera, así que decidí esperarla en un Café del otro lado de la avenida, desde cuyas mesas pegadas a la ventana, tendría buena vista del objetivo. Aguardé impaciente, mirando la hora a cada rato y sintiendo como la ansiedad subía por mis temblorosas piernas para terminar atenazándome el estómago en un molesto cosquilleo.

Serían las dos y cinco cuando por fin la vi. Su melena oscura, recogida en una coleta, su cuerpo alto y esbelto enfundado en unos jeans y una camiseta de verano, de esas sin mangas que tanto me gustaban ….sus pechos bien torneados, sus piernas largas y su elegante andar bajando las escaleras de acceso al Centro me provocaron una sensación de vértigo e inmediato entusiasmo, que resultarían efímeros. Lo siguiente que vi, cuando salí por la puerta del local y alcé la vista, fue a ella abrazada a otro hombre, besándose en mitad de la vereda y mostrándome la realidad más indeseable.
Ignorantes de mí y de cualquiera que no fueran ellos mismos, bajaron abrazados por Corrientes en dirección al Obelisco, tonteando y parándose a repetir besos cada pocos metros. Yo, opté por desaparecer en dirección contraria, para el Once, sumergido en la nada, en un estado sin pensamientos, pero con el atisbo de consciencia suficiente para saber que debía escapar de esa ciudad, para que mi final se produjera en otra parte y no en un lugar donde no podría redimirme.

Tenía que huir, alejarme, en aras de una felicidad futura, la suya, porque para mí ya no quedaba ninguna esperanza.

http://www.youtube.com/watch?v=d4ka_L71jU4

http://www.youtube.com/watch?v=BpkRu8ZUzYs

Gracias, Alicia, por éste segundo tema.

26 comentarios:

Makiavelo dijo...

Para comenzar de nuevo no hay nada mejor que frecuentar Corrientes y hacerse varias idas y venidas.

En uno de esos paseos, una tórtola le picoteará al personaje en el pescuezo en cuestión para fundirse en una Love Session.
Seguro entonces alcanza el postgrado con buena puntuación.

Creo que la cancioncita Raphael la hubiera bordado mejor en sus años mozos.

Saludos.

Carlos Paredes Leví dijo...

Makiavelo:
Uno está bien jodido si va a Corrientes y le pasa lo mismo que al protagonistas...puede que la dichosa avenida esté llena de locas pero, al tipo, le gusta sólo una en concreto: la Mejor de las locas.
Siempre le queda el consuelo de, en las múltiples librerías allí instaladas, comprarse unos cuantos libros y llevárselos a su barrio.
Sí, coincido con lo de Raphael.
Saludos.

Anónimo dijo...

En este relato al personaje verdaderamente se le acabó su mundo sentimental.En cada beso que la fulana le daba a su reemplaznte se le deben haber muerto cada uno de sus sueños.Pobre tipo.Como dicen en mi provincia:"está fiera la mano".
Me frustra verlo cabizbajo rumbiando para el Once.
Pronto Pronto!otro amor que lo consuele y aproveche ese caudal de calidez que guarda su alma.NO ES BUENO QUE EL HOMBRE ESTE SOLO.

Carlos Paredes Leví dijo...

Ana María Parente:
La situación es bien jodida y demuestra que,en Corrientes,no siempre ocurren cosas buenas.
Rumbiando al Once, es lo más digno que puede hacer en esos momentos....y seguro que por su cabeza ni asoma la idea de un nuevo amor.
De todas formas, siempre es mejor que esto le suceda a uno de mis personajes que a mí mismo....aunque nunca se sabe. Ahora la dejo, que voy a tocar madera.
Un saludo.

Juan Pablo dijo...

Ah, de manera que ésto tampoco es autobiográfico?
:-D

Ché flaco, hace poco confesé en otro blog que yo fuí protagonista de una historia similar a ésta, por fortuna tuve la lucidez de que, al llegar a Once y tras mirar dubitativo las vías del tren opté por no tirarme y subirme al último vagón en busca de una mejor estación, más fresca y más limpia.

Espero que su actor haya tomado una decisión parecida.

Un saludo.

Carlos Paredes Leví dijo...

Juan Pablo:
Qué manía tiene usted con lo de si es o no autobiográfico...¡¡¡
Hizo bien, Juan Pablo, en no tirarse, de lo contrario no le podríamos haber disfrutado todo este tiempo.
Mi personaje no tiene ánimo de suicida....
Un saludo.

PD: sábe que hacerse el boludo no le pega ??

Alicia dijo...

Gracias a usted por la historia, me alegra le haya gustado el tema. No sé si anclar en Once pero rumbear para el Oeste fue una buena elección para su protagonista.
Un saludo

Carlos Paredes Leví dijo...

Alicia:
El Once sólo agarraba de paso para escapar de COrrientes. En realidad, el tipo tiene que irse de la ciudad para ponerse a salvo, o como poco, encerrarse en su departamento.
Un saludo.

Isabel chiara dijo...

Me gustaron las últimas palabras de Ana María: no es bueno que el hombre esté solo. Y seguro que el cambio de rumbo le trajo otras oportunidades, otras voces, otros ámbitos.

Recurro al título de Capote porque me trajo al recuerdo la búsqueda de sus personajes, gente que no se estanca en su realidad y anhela siempre un horizonte más transparente. Estos personajes audaces que no se hunden en la miseria me encantan, porque seguro que encuentran.

Un besote Carlos

Carlos Paredes Leví dijo...

Isabel Chiara:
Hunderse en la miseria nos hace peores de lo que somos, por eso hay que abrir las ventanas y dejar que entre la luz.
El cambio de rumbo, en esas circunstancias, sólo puede ser bueno, porque uno se aleja de lo que le hace daño.
Un saludo.

Remembranza dijo...

Hay mujeres que tienen por habito, y ya forma parte de sus vidas, el dejar corazones rotos por doquier a manera de trofeos que agregan al historial de sus vidas.
Un abrazo

Carlos Paredes Leví dijo...

Remembranza:
Eso me parece propio de personas con escasas aspiraciones vitales.....algo tiene que fallar en su interior si actúan de eso modo, bastante patológico, por cierto.
Un saludo

Anónimo dijo...

Si la elegida es "esa linda muchacha"NO CREO QUE TENGA QUE TOCAR MADERA.
Perdón..u otra que le guste y sea de ese estilo.

Carlos Paredes Leví dijo...

Ana María Parente:
Usted llega a asustarme a veces....me destella con tanta lucidez.
Un saludo.

Churra dijo...

Hay dias en que uno no deberia levantarse de la cama y mucho menos si es primavera .
besos

Carlos Paredes Leví dijo...

Churra:
O, una vez levantado, tener el buen criterio de quedarse en casa, que luego pasa lo que pasa...
Un saludo.

Alicia dijo...

Perdonen que difiera... opino que es mejor levantarse y no dudo que salir es una buena opción para un día brillante de primavera, lo que sugiero salir sin mirar tanto el "espejito retrovisor", nos hace frenar de golpe o cuando no, embestir a un pobre inocente o tan solo perdernos lo que hay en el frente.
Saludos de comienzo de semana

Carlos Paredes Leví dijo...

Alicia:
Me gustó eso del "espejito retrovisor" y su argumento...
Un saludo.

Anónimo dijo...

Gracias Carlos,pero hoy con el discurso de la presidenta no hay destello solo estrello.

Carlos Paredes Leví dijo...

Ana María Parente:
Usted brilla con luz propia...
Un saludo.

la cocina de frabisa dijo...

No sé si es más fácil escribir del amor o del desamor. En cualquier caso, esta historia de hoy me ha encantado.

Hasta para saber desaparecer hay que tener elegancia y estilo y tu protagonista tuvo ambas cosas por toneladas.

Me espantan los que se arrastran aún viendo la inexistencia de posibilidades.

Ya sabes..... la dignidad que no falte ni a gatas y con los ojos vendados...

un beso

Carlos Paredes Leví dijo...

Frabisa:
A uno le puede ir bien o mal, como en este caso pero, lo que nunca hay que perder, es la dignidad. Yo, ante una situación semejante, me decantaría por hacer lo mismo que el protagonista; desaparecer en silencio.
Si no te quieren, la desaparición es la mejor de las opciones.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Hoy se me ha apagado la luz ,Carlos,francamente estoy deprimida al máximo de ver a la gente que era una esperanza para el país-en su mejor momento-ofendida gratuitamente por el gobierno.
Vengo a sus escritos de relatos de todas las pasiones y sentimientos humanos a buscar el equilibrio que me está faltando.
No sabe lo bien que me hacen esos personajes llenos de vida.
Ignazt sobre todo que convierte su dolor en entrega a su vocaciòn y su amor.
El relato de la señora que cosía la insignia y pensar que hubo gente que atravesó por problemas mucho más graves que los nuestros en el mundo.

Carlos Paredes Leví dijo...

Ana María Parente:
Usted lo expresó muy bien cuando escribió eso de "vida virtual". Yo, también hecho mano de mis personajes para sentirme más a gusto con mi día a día. Por eso me prodigo escribiendo; para sentirme vivo.
Un saludo y mejore el ánimo.

La Mamba dijo...

Muy bueno Carlos. La verdad es que hasta que no se ve a un ex con otra persona no eres consciente de la pérdida. Siempre te queda la esperanza.

Carlos Paredes Leví dijo...

La Mamba:
Sí, ojos que no ven.....
Un saludo.