miércoles, 21 de marzo de 2007

Un tal Leví


“Si cambias de ciudad, cambias de suerte” decía un viejo tío mío apegado a la tradición judaica. Fallecido hacía tiempo, ese dicho constituyó, para mí, una impagable herencia en aquellos tiempos de zozobra emocional que cambiaron mi vida. A comienzos de siglo, yo todavía vivía en Buenos Aires, compartiendo un céntrico y coqueto departamento con mi novia desde hacía tres años. Tenía un buen trabajo en una reputada agencia de publicidad, y mis días se sucedían sin acontecimientos de mención ni sorpresas, en una placentera habitualidad anestesiada. Con dinero y amor, la vida es de color rosa y así parecía lucir la mía. Todo me iba bien hasta que de pronto, sin esperarlo, tramas subterráneas afloraron a la superficie y golpearon a mi estable, y quizás un tanto abúlica existencia, con inusitada violencia. Era viernes, y yo me encontraba trabajando en la oficina, cuando mi novia; Laura telefoneó para decirme que estaba con otro en Punta del Este (yo la hacía en La Falda, con sus padres) y que hiciera el favor de recoger mis cosas porque el lunes regresaba y quería el departamento (propiedad de su familia) despejado de mi presencia. Sabía que no contaba con las simpatías de sus burgueses padres, que me trataban con una artificial afabilidad que escondía un cierto desprecio y un ansia, mal disimulada, por encontrar ocasiones para humillarme. Yo no más que era un sencillo muchacho de Caballito al que le iba bastante bien en el ámbito de la publicidad, pero ellos querían, para su nena, algo de mayor desplazamiento social y que satisficiera, más adecuadamente, sus almas mercantiles. A pesar de todo lo que tenía en contra, e indiferente a posibles señales premonitorias, creía contar con el incondicional amor de ella (a quien la hacía distinta) y pensaba, ¡lo que hace la literatura y el cine!, que la fuerza del amor se impondría a cualquier impedimento, avanzando como un elefante en una cristalería. Sólo después, dado a la solitaria reflexión de la madurez, comprendí que el amor sólo es irracional en su orígen, dando paso al pragmatismo y , en consecuencia, a la vida, que siempre lo derrota porque es mucho más fuerte. Herido como estaba, pero manteniendo un mínimo de orgullo y dignidad, decidí, sin aspavientos ni solicitar explicaciones de ningún tipo (total ¿para qué?; ella y sus padres ya habían decidido y los hechos se habían consumado) irme de dónde no me querían, cargando con dos maletas, la frustración de lo que pudo haber sido y no fue ni será , y el recuerdo de los inicios perfectos de una relación nacida tras un flechazo. Pedí días libres en mi trabajo, e importuné unos días a mis viejos amigos antes de irme a Mar del Plata y decidir, frente al bravo mar invernal, una ruptura discernible con mi realidad y empezar una nueva etapa de mi vida lejos de todo lo que me recordara a ella. ¿Por qué me decanté por España?. Me gusta decir que porque tenía algunos conocidos en Madrid y Barcelona, o porque había muchos argentinos trabajando en Publicidad, o porque hablamos un idioma común , pero, en realidad, en lo más íntimo de mi ser intuía que se debía a cuestiones más sofisticadas y emocionales. Creo que vine a España porque mis genes recordaban otras épocas y en ellos anidaba una necesidad de retorno a la Sefarad , tan adorada y nunca olvidada, de la que mi antepasados fueron expulsados hacía más de quinientos años. La teoría, temerariamente elaborada, la confirmé en mis visitas a Toledo, donde un ánimo filosófico y metafísico me asalta (similar al que nos queda tras la visita a un cementerio), hasta las lágrimas, cada vez que camino por la judería o entro en las viejas sinagogas de Sta. María La Blanca y la del Tránsito, edificada ésta última por encargo de mi, tal vez antepasado, Samuel Leví Abulafia.
Apenas aterrizado en Madrid, fue agraciado con oportunas gentilezas del Azar que sirvieron de estimable bálsamo para las heridas de mi corazón. No tardé ni siquiera quince días en encontrar trabajo y poco más de un mes en toparme con la española que hoy comparte mis días, mis noches y va a darme un hijo. Pasados los años, me muevo por las calles de la ciudad, que hoy son mías, con una gratitud sin reservas y la certeza de que aquí se encuentra mi lugar en el mundo. Eso sí, continúo fiel a muchos hábitos adquiridos en mi juventud porteña y nunca falta la ocasión para reunirme, con amigos de acá y de allá, para tomar mate, comer unas pizzas caseras, hacer un asadito o animar a la albiceleste.

58 comentarios:

Chess dijo...

Tengo la sana, o tal vez mala, costumbre de que cuando descubro un blog, empezar a leerlo por sus orígenes.

Tal vez por eso he tenido un deja vu. ¿no? :)

Si eres tú el del relato, me alegra que después de tantos siglos, sigáis encontrando vuestras raices en Sefarad. Hay ciudades donde vuestro legado está patente con sólo dar un paso por sus calles.

Un abrazo.

Carlos Paredes Leví dijo...

Totalmente atinada tu sensación de dejá vu. Sobre lo otro, no, no soy yo pero podría serlo perfectamente.
El legado judío se palpa claramente en muchos pueblos de España y Portugal y acude ahora mismo a mi mente un pueblito del país vecino que se llama Castelo de Vide y por el que guardo un especial cariño.
Un saludo, Chesk.

Ijon Tichy dijo...

Un relato muy bonito Carlos. Más literario y menos inmediato de lo habitual en otros de tus textos.

Castelo de Vide y el vecino Marvao son dos pueblitos de atmósfera singular. Merece la pena la excursión.

Carlos Paredes Leví dijo...

Qué agradable sorpresa que los conozcas,Ijon. Del primero era natural el célebre García D'Orta.

El Castor dijo...

Este texto ya lo publicaste pero bien merecía ser recordado. Sobre el legado judío diría que más que en pueblos y ciudades permenece en la mezcla genética. Se ha conservado relativamente poco, se ha destruído mucho en el nombre de Dios.
Saludos, caballero.

Carlos Paredes Leví dijo...

Castor: Cómo siempre, tus comentarios son acertados. No en vano, me gusta catalogarte como Juicioso.
El otro día, leí que según las investigaciones llevadas a cabo por una socióloga portuguesa, el 80% de los portugueses tienen sangre judía.

Anónimo dijo...

Me encantó y creo que en este sí que hay mucho de vos, camuflado con habilidad.....

el mismo cálido beso que nunca llega a destino

Carlos Paredes Leví dijo...

Lo que tiene que ver con mi realidad, se lee entre líneas, se palpa, se intuye, pero no aparece explicitado en el texto, salvo en alguna frase excepcional.
Un beso donde tú quieras, Flaca.

Churra dijo...

Me ha gustado el relato.
Barrios judios hay en varias ciudades de aqui si , pero me ha sorprendido lo de Portugal y eso que yo vivo al ladito .
Y si , si cambias de ciudad cambias de suerte ¡¡¡si lo sabre yo!!!
Besos

Carlos Paredes Leví dijo...

Por desgracia, Churra, nuestro vecino país sigue siendo un gran desconocido para muchos españoles. Hoy ya nadie recuerda nada, y pocos reflexionan como un país tan pequeño llegó a sorprender al mundo con sus poetas y sus navegantes, como una manifestación de temeraria locura pocas veces igualada.
Sobre lo del dicho sobre el cambio de ciudad, hay otro análogo sobre el cambio de nombre.
Como dato de despedida, citar que Jorge Sampaio (ex presidente de Portugal durante muchos años) era nieto de judía.
Otro dato añadido: Lisboa es mi ciudad favorita y a ella acudo al menos una vez al año.

Carlos Paredes Leví dijo...

Churra:
Me olvidé decirte que en el siglo XVI, portugués y judío eran palabras sinónimas, tanto en España como en las colonias de América.
Además, la primera colonia judía de los USA era de orígen portugués, emigrada desde Brasil.
También, el Premio Nóbel de Literatura Harold Pinter pertenece a la misma estirpe. Su apellido originario era Pinto.

Peggy dijo...

Buen post , ya te he dicho que me gusta como escribes , lo haces con las visceras y eso es bueno :) ...esa historia me es comun dejar amores por la realidad pragmatica , volver a comenzar desde cero y parece que en tu caso te espera un futuro halagueño ...un kiss :) sigue viviendo la vida con intensidad .
me han gustado algunas frases con tu permiso te las robo ...otro kiss:)

Anónimo dijo...

Siempre hay pedacitos de nosotros en lo que escribimos, pero en este caso, qué duda cabe de que hay mucho de tu vida en estas líneas.

Sea como sea, es una suerte poder encontrar tu lugar en el sitio donde las circunstancias te han llevado.

Yo también cambié de ciudad para cambiar de suerte y también elegí una con mucho de mí, ¡qué sería de mí sin el Mediterráneo!

Besos

Carlos Paredes Leví dijo...

Gracias, Peggy por tu comentario. La verdad es que los cambios no siempre son para bien pero, a veces, suponen un nuevo comienzo cargado de promesas y buenos augurios(no hay mal que por bien no venga, dirían algunos).
Un saludo.

Carlos Paredes Leví dijo...

Mavi; la verdad es que uno no sabe a priori cuál es su lugar en el mundo. El destino y las circunstancias por éste determinadas son quienes nos lo indican.

pietrapómez dijo...

Creo que este es tu texto que más me gusta, Carlos. Yo no sé cuáles serán mis raíces (supongo que mestiza, como casi todos los castellano-manchegos, no creo ser cristiana vieja)pero cuando tenía 6 años y me llevaron mis padres por 1ª vez a Toledo, al entrar en la catedral me entró una especie de congoja inexplicable que aún recuerdo.
Desde entonces me encanta ir sola a Toledo

Carlos Paredes Leví dijo...

Pietra:
Yo tengo cierta debilidad por Toledo, porque creo que uno no puede pasear por sus calles sin sentirse embargado de variados e indefinibles sentimientos, como ese ánimo filosófico que nos asalta tras la visita a un cementerio.
Bueno, a ver si actualizás....

pietrapómez dijo...

¿También te gusta pasear por los cementerios? Jo, tío, pues algún día te diré donde puedes ir (por Guadalajara) a uno pequeñito, semi abandonado, donde aún te encuentras fuegos fatuos.
Mi debilidad está en los cementerios luteranos, donde además de nichos hay muchas flores y te ponen de un humor melancólico...mi favorito el cementerio antiguo de Reykjavik....casi puedes ver a las abuelas vikingas plantando flores en él!

Carlos Paredes Leví dijo...

Pietra:
Yo, en Madrid, sólo visito un cementerio británico que hay en la Calle Comandante Fontanes (cerca de la estación de metro Urgel).

Claudia dijo...

"Si cambias de ciudad, cambias de suerte". Mejor frase no podía encontrar para mí en estos momentos. Espero que a ti te haya dado resultado. Un abrazo.

pietrapómez dijo...

Lo de actualizar el mío tendrá que esperar a mañana porque he andado en colaboraciones con un blog amigo del que me traigo ideas y necesitaré de la participación de amigos!

Carlos Paredes Leví dijo...

Feliz retorno,Caramelo; te echábamos de menos por estos pagos.
Bueno, la verdad es que el dicho no funciona igual con todo el mundo....desgraciadamente.

Carlos Paredes Leví dijo...

O.K. Pietra, tendremos paciencia contigo. Lo primero, son los amigos...

pietrapómez dijo...

Hablando de amigos, te mandé un mail

Carlos Paredes Leví dijo...

Lo acabo de leer y contestar. Muchas gracias, flaca.

Anónimo dijo...

Atención, este espacio de publicidad merece ser tenido en cuenta. Después no digan que fueron avisados.

Carlos Paredes Leví dijo...

Sabía que detrás de este despliegue de originalidad se escondía il capi di tutti capi, o sea, el ingenioso Juan Pablo.
Un abrazo grande, flaco.

Anónimo dijo...

Le quiero conocer. ¿?Dónde andará el tal Levi?
Me acompañás Carlos?
Venga, iremos de la mano, porque contigo, me siento segura, no hay más que verlo en este pulido post.
Besos de Buenas noches.

Carlos Paredes Leví dijo...

Aterrizada:
Cualquiera sabe por donde anda el singular personaje. Acaso sea ficticio y nunca haya existido más que en la mente de quien quiso imaginarlo.

Anónimo dijo...

Tú tienes la llave actualmente. con lo cuál me tendrás que acompañar. Cuándo le hayamos visto, le saludaremos cortésmente y retrocedemos en el tiempo lo que sea preciso, para irnos a la primera administración de loterías a jugar lo que haya previsto en botes. Y seguro que nos toca. Haremos un equipo. Y viviremos del cuento. ¿Acaso te parece una mala idea? Por mi parte te caerá un reloj de oro...de los buenos, no de los robáos..) Ejem...
Te beso.
pd. ¿se nota ya que te quiero un poquito?

Carlos Paredes Leví dijo...

Aterrizada:
La verdad es que el personaje es la prueba palpable de que los deseos se materializan si uno lo ansía verdaderamente.
Por otro lado, es malo hacer planes:nunca se cumplen.
Saludos.

Lebeche dijo...

Carlos: Este ya lo conocía. Un abrazo

Carlos Paredes Leví dijo...

Me has pillado, Lebeche. Otro abrazo.

Anónimo dijo...

Hace no mucho que te leo y aún no me queda muy claro que orígenes tienes.

Saluditos, uno que te admira

Carlos Paredes Leví dijo...

Soy natural de Buenos Aires, hijo de españoles y vivo en Madrid desde 1978. Un saludo.

Anónimo dijo...

Carlos, esto que....
¿Eres un poco pijín no?

Me gusta tu pelo.
(ya se que no eres nada tierno. Pero yo te lo digo).
Besos.

Carlos Paredes Leví dijo...

No, no soy particularmente pijo. ¿Quién no tiene una camiseta Polo y unos zapatos Fluchos (éstos eran comodísimo para andar largo y tendido)?.
Debo tener dotes de clarividencia porque no se porqué intuía que alguien me iba a hacer una pregunta parecida.
Sobre el pelo, de cerca está bastante salpicado de canas, y las sienes, literalmente colonizadas.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Asómate a la ventana que te quiero matizar algo.
Besos.

Carlos Paredes Leví dijo...

Suena a proposición deshonesta.

Anónimo dijo...

Tu crees?
Entonces debo asumir que no aceptas lo más mínimo no?
Bueno pues nada.
Besos igualmente.

Carlos Paredes Leví dijo...

Besos.......Anónima

Anónimo dijo...

Anónima?
No tan anónima. ¿Me pasas la factura por algo que dudo?

Carlos Paredes Leví dijo...

No, yo no cobro...

Anónimo dijo...

y yo sí?

Carlos Paredes Leví dijo...

Vos sí?

Anónimo dijo...

Jamás afirmo a la ambigua.
Suelo ser correctísima en todos mis actos. Sanos o menos sanos.
Solo te le preguntaba. Cómo afirmas ambiguamente. O eso me parece mí. Puede ser que sea un poquito..., y de la impresión de algo más que bobalicona, también puede ser.
Besos.

Carlos Paredes Leví dijo...

Se te nota que eres correctísima.

Anónimo dijo...

Gracias. Viniendo de tí. Es un lujo.

Carlos Paredes Leví dijo...

lo tomaré como un cumplido.

Anónimo dijo...

todo en tí "literalmente" son cumplidos. No te será nada dificil tomarlo.Que no tomarlo.
¿Por qué te tomarías la nínima molestía en tenerme en cuenta no?

Carlos Paredes Leví dijo...

Y por qué no ?. No me irás a decir que tienes problemas de autoestima...

Anónimo dijo...

Pues alomejor. Nadie es perfecto. Tu mejor que nadie y sabes como nadie lo poco que dura el esplendor en toda su extensión. También hay días. Tanto como espíritu(s).
Alomejor es todo de complejo hormonal. O tal vez que te cansas de ser la Reina. O sólo tal vez, desear una simple conversación.

Anónimo dijo...

Pues alomejor. Nadie es perfecto. Tu mejor que nadie y sabes como nadie lo poco que dura el esplendor en toda su extensión. También hay días. Tanto como espíritu(s).
Alomejor es todo de complejo hormonal. O tal vez que te cansas de ser la Reina. O sólo tal vez, desear una simple conversación.

Carlos Paredes Leví dijo...

Sí, no siempre resulta sencillo mantener la autoestima en un punto álgido.

Anónimo dijo...

Pues alomejor. Nadie es perfecto. Tu mejor que nadie y sabes como nadie lo poco que dura el esplendor en toda su extensión. También hay días. Tanto como espíritu(s).
Alomejor es todo de complejo hormonal. O tal vez que te cansas de ser la Reina. O sólo tal vez, desear una simple conversación.

Anónimo dijo...

Por favor, borra los comentarios repetidos. Algo falló. En mi puto ordenador. Qué vergüenza.
(Es mi autoestíma, ya sabes).

Carlos Paredes Leví dijo...

No pasa nada, no tiene mayor trascendencia.

Carlos Paredes Leví dijo...

Aterrizada: pásate por donde Pietra.