lunes, 12 de marzo de 2007

Un checo

Sus pisadas resonaban en el empedrado de las solitarias calles de la ciudad. Era tarde, y volvía a casa tras asistir a una impactante representación de teatro yiddish en el concurrido Café Savoy. A lo largo de la misma, una desconocida sensación de irrealidad le fascinó de tal manera, que se dejó llevar, entregando todas las fibras de su cuerpo y la plenitud de su mente, a la contemplación de un espectáculo que se le antojaba onírico. Creía estar soñando y temía despertar. Por eso, cuando hubo terminado, abandonó el local, sin despedirse de sus amigos y conocidos, para mejor disfrutar de su soledad asaltada por influjos metafísicos. Sus pasos, lentos y graves, acaso un tanto ceremoniosos, se sucedían como los de un autómata, inconexos de las órdenes de un cerebro aún enturbiado por las imágenes recientes. El ambiente mágico que siempre rodearon las calles donde se asentaba el viejo gueto (ahora demolido), unido a la oscuridad y una espesa niebla habitual a esas horas y época del año, conformaban una atmósfera en la que todo era posible. Su ensimismamiento se vió, súbitamente, alterado por una larga sombra negra deslizándose junto a la pared lateral de la vieja sinagoga. Se sobrecogió y en su cabeza halló cobijo, por unos instantes, la imagen del rabino Löw escoltado por el Golem. Aún no recuperado del susto, el maullido de un gato, que a él le sonó terrorífico, lo empujó a salir corriendo. Se había roto el encantamiento y, sin delicedeza alguna, acababa de ser despertado. Al llegar a casa, todavía trastornado por el reciente embate de sensaciones varias, se sentó en la penumbra a pensar y discenir si lo ocurrido obedecía a una maquinación diabólica o a un designio divino. Su nombre era Franz Kafka y, esa noche, no escribió una sola línea.

Dedicado al Juicioso Castor.
http://www.youtube.com/watch?v=ikVvnLS_jXY

14 comentarios:

pietrapómez dijo...

Vengo de la página del Castor (estupendo relato, el último, eh?) y veo que hay otra historia sobre la misma ciudad...¡quiero ir!!!
Como siempre, Carlos, buen post.

Carlos Paredes Leví dijo...

Bueno, no te preocupes porque salen aviones todos los días.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Muy bueno Carlos.
Me tranquiliza pensar que todos vivimos bajo el mismo (parecido) cielo...

Carlos Paredes Leví dijo...

A mí me tranquiliza que vos lo tengas tan claro, porque lo que soy yo....

pietrapómez dijo...

Te mandé un mail, Carlos

Carlos Paredes Leví dijo...

o.k., ahora lo miro. Gracias.

Lebeche dijo...

en ese café he organizado varias comidas para grupos que llevaba a Praga. Es una preciosa ciudad muy acorde con la historia que nos traes hoy.

Carlos Paredes Leví dijo...

Gracias Lebeche. ya sabes lo que pasa si uno lee al Castor; que se transporta a Centroeuropa.

Javier Luján dijo...

Realmente me has transportado a la Praga de Kafka por unos instantes. Te felicito.
Un saludo, Carlos.

Carlos Paredes Leví dijo...

Su felicitación es un gran honor, Capitán.

Anónimo dijo...

Me gustó mucho, como de costumbre. La verdad es que describís muy bien un ambiente donde lo mágico está siempre presente.
Un calido beso.

Carlos Paredes Leví dijo...

Gracias por tu fidelidad Flaca.
Otro beso igual de cálido.

El Castor dijo...

Me parece un texto brillantísimo.

Muy logrado evocar a Kafka ensimismado en sus pensamientos andando por las callejuelas empedradas del ghetto, en la penumbra y en soledad. También las referencias al teatro -una auténtica afición en esta ciudad- y por supuesto al rabbi Löw y al mítico Gholem. Te felicito, es muy brillante.

Me costó ubicar el café Savoy al que tb se refiere Lebeche. Está un poco escondido, más allá de la iglesia del Niño Jesús de Praga. No estoy seguro de haber estado alguna vez en los cinco años que pasé allí.

Una pena que el trazado de la antigua Ciudad Judía no haya permanecido intacto. De todos modos es mucho lo que queda como las cinco sinagogas, entre ellas la Española perfectamente restaurada no hace mucho. Además el viejo cementerio, el ayuntamiento...

A mí me gustaba mucho detenerme ante la fachada de la sinagoga de la calle Jeruzalemska, cerrada y pendiente de restauración. Allí no había turistas y estaría igual que en la época de Kafka.

Felicidades y saludos, caballero.

Carlos Paredes Leví dijo...

Bueno, bueno, la verdad es que tu comentario es, como siempre, de mucha altura y gran juicio (de aquí lo de Juicioso). Te agradezco los datos porque, la verdad, es que no conozco Praga y tengo bastante interés en hacerlo. Cuando me decida, tendré que incordiarte para que me alecciones sobre escondidos encantos de tan mágica ciudad.
Un saludo, Castor y me alegro que te haya gustado el post.