viernes, 30 de marzo de 2007

Si eres bueno, no seas tonto.

Salía contento de la peluquería, pasando la mano gustosamente, por su cabeza afeitada. El sol, que caía a plomo como si le debieran dinero, le obligó a ponerse las gafas oscuras que llevaba dobladas en el bolsillo de la camisa y buscar la sombra. Caminaba despreocupado, canturreando algo de Bob Dylan y repasando mentalmente la lista de la compra que debía hacer. Todo iba bien, hasta que a unos quince metros por delante, en la misma acera, y en perfecta línea recta, se encontraba posicionada ,a modo de espera, Susana, la mujer más significativa que había pasado por sus treinta y tantos años de vida.
Se habían conocido en la facultad, donde ella era conocida por el sobrenombre de “la fichaje”, en reconocimiento a sus meritorios atributos físicos. Por razones que no tienen nada que ver con la casualidad, de su inspirado encuentro surgió una historia de amor que se prolongó, sin altibajos, durante toda su etapa universitaria. Posteriormente, ya licenciados, y amasando ilusionantes planes de vida encomún, la relación se rompió cuando ella se lió con el director de la empresa donde comenzó a trabajar. No se lo pensó mucho a la hora de traicionar, y luego sustituir, a Sergio por un hombre más maduro, casado y dueño de una férrea seguridad en sí mismo, derivada de la edad y el poder. Sergio, intoxicado por la idea del “amor romántico” que le inculcó la familia, el cine y la literatura, se sumió en una profunda depresión de la que sólo encontró salida poniendo rumbo al extranjero, entregándose de manera neurótica al trabajo y sellando su corazón a las emociones. Había transcurrido una década desde aquél lejano día en que ella le confesó que amaba a otro y en todo ese tiempo, no había vuelto a verla ni saber nada de ella. Ahora, cuando llevaba un año escaso de vuelta a Madrid , se la encontraba en la calle y sentía como un involuntario hormigueo se extendía por todo su cuerpo emanando desde el estómago. Le temblaban las manos, las piernas se le agarrotaban y el corazón le latía con tal fuerza, que parecía rebotar contra su caja torácica como una pelota en un frontón. No tenía escapatoria y la distancia entre ambos se iba reduciendo. Ella le había reconocido y le aguardaba con algo que parecía una sonrisa. Estaba radiante, la muy hija de puta (tres palabras que desde la traición nunca había dejado de dedicarle las muchas veces que pensaba en ella y las pocas en que la nombraba), vestida con un elegante traje sastre de color claro, una camisa negra y unos conjuntados zapatos y bolso de marca. Sus cabellos, recogidos en una coleta, mantenían el mismo color castaño de su juventud, y sus ojos verdes tenían una inteligente expresión de madurez, fruto de algunas pequeñas arrugas que los rodeaban.
- ¿Cómo estás? - le preguntó ella para, inmediatamente plantarle un par de besos en las mejillas.
- no tan bien como tú a lo que se ve
- tú siempre me has visto con buenos ojos- será eso - dijo, pensando que no le pegaba la falsa modestia y que si por él fuera, se hubiera muerto hace tiempo.
- ¿te has casado?
- no, por qué? ¿tengo cara de casado?
- la verdad es que sí, a pesar de ese horroroso corte de pelo que te has hecho. A ti siempre te quedó mejor el pelo un poco largo..... Yo me he casado - añadió sin que nadie se lo preguntara- y me separé. No tuvimos hijos y bueno.....¿tienes tiempo para un café? - preguntó para hacer frente a un incómodo silencio que acudía con ganas de imponerse.
- me encantaría - mintió - pero el perro se quedó sólo en casa y tengo que sacarlo a pasear – continúo mintiendo (no tenía perro)
- bueno y...¿otro día?. Yo ahora vivo por aquí cerca y ...
- Ah, sí, me parece perfecto - respondió con fingido interés que revelaba una faceta hipócrita desconocida hasta entonces
- ¿quieres que te de mi teléfono?
- No, mejor te doy yo el mío
- Vale, como tu quieras.
Se despidieron, con otro par de besos y con la promesa de verse muy pronto. Nada más separarse, él se volvió para observarla de espaldas. “¡qué hija de puta!,¡está cada día más buena! , se dijo a si mismo, evocando viejas sesiones de cama y preguntándose si hizo bien en darle un número de teléfono inventado.

40 comentarios:

Anónimo dijo...

(ay madre, que yo eso, lo he hecho alguna vez).
Qué realidad parece. Y además después de todo te queda seguir caminando. Mirar al cielo y dar las gracias.
El tiempo pasa con lo cuál, una/o se baña en la sonrisa del momentáneo encuentro.
Y a seguir creciendo.


"Si te encontrara tras cien años
Piensa en el mundo tras cien años
Encontrare tus ojos negros, entre millones de ojos negros
Más profundos, más bellos".
Quiero amarte, quiero verte
Decirte lo que siento

Abandonar mi alma ingrávida presa dentro de tu pecho
Que tus ojos dulcemente se tornen inocentes
Y que nuestras almas unidas se eleven
Nuestro amor
Cuanto más lejos más nos aproxima".

Te beso.

Ijon Tichy dijo...

Respecto a la interrogante última. Si realmente "...sentía como un involuntario hormigueo se extendía por todo su cuerpo emanando desde el estómago", yo diré que hizo bien.

Carlos Paredes Leví dijo...

Como siempre, Aterrizada, un comentario extenso e intenso.
Gracias.

Carlos Paredes Leví dijo...

Ijon: ¿Tú crées que hizo bien?.
No hubiera sido mejor que le hubiera echado unos cuantos polvos y luego hubiera pasado de ella ????,

Ijon Tichy dijo...

Sin hormigueo, eso hubiera sido lo adecuado.

Con hormigueo, o polvos, o pasar de ella. Imposible las dos cosas.

Carlos Paredes Leví dijo...

Ijon
El hormigueo era incontrolable, ajeno a su voluntad. Un acto de rebeldía de su cuerpo, que guardaba muchos recuerdos...

Lebeche dijo...

Hizo fenomenal. Le habría vuelto a machacar, seguro. Es, además, una buena venganza. Con clase.

Lebeche dijo...

Por cierto, me ha gustado mucho.

Anónimo dijo...

ohhhh, tanto cuidarse para esto?
Verse a los ojos después de...
Es muy chungo...!!!
(Cómo es usted de implacable eh? Ijon).
Tampoco es esa, la chica ha sido realmente educada y dulce.
Si el chico hubiera notado otra cosa que no procede. Estaría bien ignorarla.
Pero en este caso él es el malo, malísimo...(ahora). Porque mintió con su número de móvil.
¿Acaso eso pagaría el plantón del ayer de ella?
Yo creo que no es ni colateral.
Besos muchos.

Ijon Tichy dijo...

La explicación la da Lebeche.

Hay cosas que no cambian. Si sintió hormigueo, es que ella podía volver a hacerle daño.

Y si podía, no duden que lo haría.

Aterrizada, más que implacable, realista.

Chess dijo...

Je,je...la vida misma.

El hombre, a parte de fijarse en lo buena que seguía estando, no puede permitirse perdonar, sino sólo vengarse y le da un número falso.

Una mujer, con sus excepciones, le hubiese dado uno verdadero y luego estaría maldiciéndose lo tonta que es.

Es cuestión de prioridades, y siempre suelen estar muy definidas y predeterminadas.

Carlos Paredes Leví dijo...

Sí, coincido con usted, caballero Lebeche. Yo, me habría vengado de igual manera.(no hay mayor desprecio que la indiferencia)

Carlos Paredes Leví dijo...

Aterrizada: ¿y si ella estuvo sufriendo por remordimientos todos estos años y por orgullo, no dió vuelta atrás, a pesar de saber que se equivocó?

Carlos Paredes Leví dijo...

Ijon: con una mujer así, que lo traicíonó, nunca estaría seguro de nada.

El Castor dijo...

Creo que ya contaste una historia muy parecida. Con la debida prudencia - la historia me resulta ajena, me cuesta ponerme en el papel de uno y de otra- diría que la libertad está por encima de los sentimientos. No veo que haya nada que reprocharles.
Saludos, caballero.

Carlos Paredes Leví dijo...

Chesk: yo no creo que él le diera el número inventado por afán de venganza, sino por miedo de sí mismo, de ser tan débil como para volver a caer.

Carlos Paredes Leví dijo...

Castor: en la vida uno hace lo que quiere o lo que le dejan. Lo de los reproches, no pasa de ser una anécdota.
Saludos Caballero. Volví a releer un par de veces más tu último post.
Me encantó.

El Castor dijo...

Considera que mi post te va dedicado.
Volviendo a tu texto las mentiras de él durante el reencuentro no me gustan nada. O sea que si algo que reprochar sería eso.
Saludos, caballero (mucho mejor que capo o kapo...ya sabes porqué no me gusta).

Anónimo dijo...

Si ella pudo apreciar al verle de nuevo, que todo ese tiempo atrás, lo echaba de menos. Ahora que volvía a re-deescubrirle para consentir a seguir negándolo, sería automáticamente un dolor en herida abierta. Sería la no-vuelta atrás por puro orgullo que no venganza.
Y ahora, pretendía volver a sentirle. Sino para qué coño le ofreces tu teléfono, para que te invite sólo a comer?
Cómo sois los hombres. Si ella se rebaja, es que no la quiere nadie. Y sino, es que una cabrona mala.
Siempre hay tiempo intermedio. Etapas que se tienen quedar paradas o cambiarlas. A veces es tan vital ese espacio que nos obligamos en contra o a favor de nuestros propios sentimientos que al darle una lavada con varios centrifugados llega a la blancura exigida.

Hay cosas que nunca cambian, el lo vio en sus ojos. Y después en su culo.
Te beso.

Lebeche dijo...

Chesk: Yo creo que hay cosas que no se pueden perdonar por mucho que uno ponga todo su empeño. Lo de la venganza es mezquino pero no es exclusivo del macho. Y ya que la haces, a ser posible, con clase.

Carlos Paredes Leví dijo...

Castor: las mentiras de él son un recurso para salir indemne de una situación a la que teme. Se curó de lo padecido y no quiere, por nada del mundo, recaer. Uno tiene una obligación, en primer lugar, para consigo mismo de evitar sufrimientos así que, yo, le disculpo.
Gracias por tu aclaración pero, cuando contestaste a mi comentario primero, consideré el texto como una grata dedicatoria de facto.
"El Kapo"; libro del yugoeslavo Aleksandar Tisma (su madre era judía, lo que según la Halajá, él era judío).
Gracias y un saludo, Caballero Castor.

Carlos Paredes Leví dijo...

Aterrizada: el tipo se siento dolido cuando piensa en lo que pudo ser y no fue y como, ella, acabó con su inocencia (la de el).

Carlos Paredes Leví dijo...

Coincido con usted, sr. Lebeche.

Carlos Paredes Leví dijo...

Aterrizada: daba igual lo que ella hiciera, porque entre ambos algo se rompió sin remisión. Es como si se te hace añicos una pieza de porcelana. Aunque la pegues, tu sabes que está rota, y que nunca va a volver a ser como antes.
El nunca podría olvidar la traición de ella y por eso decidió que lo mejor, era mantenerla enterrada, como si hubiera muerto. A pesar de que siguiera teniendo un culo de primera.

Ijon Tichy dijo...

Yo veo la venganza como algo colateral.

El objetivo de la respuesta sería la autodefensa.

Anónimo dijo...

Lebeche!!! Que tu eres un bendito!!!
(no dejes que mis ilusiones depositadas en tí de buen chico se me caigan en pedazos al suelo).
Cómo sois los hombres. (Insisto).
El dolor sea de la parte que sea. Duele.
Da igual quién traicionara. A veces ocurre simplemente.
Se cruza otra persona. Y tus ojos dejan de ver lo que te rodea.
Y pasa lo que pasa.
La traición y el despecho, todos sabemos lo que es.
Y eso sirve como macuto llevarlo siempre colgado en las espaldas?
Pues no.
Cómo sois los hombres.
Además si lo vives en tus carnes es otro baremo que usamos.
Instintivamente nos movemos.
Y luego está el parecer de los demás. Es tan fácil discernirse cuándo nos toca de lejos. Que se pacede el trastorno de la mente fría.
Y lo que duele el corazón tanto traicionar como no?
El caso es que somos así.

Y ahora se vuelven a cruzar. Y si hay que follar pues se folla.
Como sois los hombres.

(Chicasssssssss, no hay niñas hoy aquí???????)
Menos mal que ha asomado Chesk.

Besos.

Carlos Paredes Leví dijo...

Sí, Ijon, el tipo más que vengarse lo que quiere es no caer en la tentación para no volver a sufrir.

Carlos Paredes Leví dijo...

Aterrizada: me voy a jugar al fútbol.Te contesto esta noche, porque tu comentario es extenso y tengo que leerlo con atención.

Chess dijo...

Sí, Ijon, el tipo más que vengarse lo que quiere es no caer en la tentación para no volver a sufrir.

Eso es su consuelo interno para no sentirse mal, pero la realidad es otra:

1) Orgullo: le dejó por otro más guapo, más rico, más todo. Orgullo de macho herido.
2) Rencor: pasados los años cuando la ve no puede olvidar lo hija de su madre que fue.
3) Venganza: encuentra el momento adecuado para devolverle lo que le hizo a él. Y hasta según vosotros con clases.
4) Cobardía: en vez de afrontarlo, y decir las cosas claras, sale huyendo con una trapallada así.

En fin, es difícil perdonar, pero suele ser más complicado cuando hay ciertos orgullos heridos.

Carlos Paredes Leví dijo...

Me temo que no coincido con usted, Chesk. Desde mi punto de vista, todo es más sencillo. El tipo no alimenta rencores ni odios, ni ánimos de venganza. Ahora, cuando ella está olvidada, reaparece, súbitamente, con ganas de no se qué. El no tiene porqué mostrarse sincero y la manera más sencilla de eludir el tema, es actuar como actuó, sin poder analizar con calma la situación y evitando volver a enredarse en una historia que no le va a llevar a otra parte que no sea el dolor.

Germánico dijo...

En una situación como esa ocurren muchas cosas de golpe y la mente opera a gran velocidad tratando de elegir la estrategia adecuada y seleccionando una apresurada salida al paso, o alguna reacción casi instintiva acompañada, cómo no, de reacciones fisiológicas que provocan desasosiego, temblor...

El mismo personaje, tras el encuentro, duda si ha hecho lo correcto, aunque en una situación como esa no hay nada correcto ni incorrecto, solamente actos apresurados y sus terribles/gratas/irrelevantes consecuencias a largo plazo, fantasmas que no dejan de acompañarnos hasta la muerte o la muerte del sentimiento.

Carlos, leí recomedaciones hace tiempo en El Mundo sobre blogs de literatura y entré en ellos. No te llegan a la suela del zapato, macho. Eres un literato de altísimo nivel.

Carlos Paredes Leví dijo...

Gracias Germánico por tus exagerados elogios para mí. Tu blog si que tiene artículos de alto nivel y genialidad, donde el pensamiento profundo lo empapa todo y nos lleva, invariablemente, a la reflexión.
Sobre el post en concreto, te diré que el protagonista se enfrenta ante la disyuntiva de saber que se siente atraído por ella y la de tener por seguro que no puede confiar en una persona así y que, de involucrarse, volverá a sufrir.
Opta por lo más sano, eludir la tentación.
Un saludo,profesor.

Carlos Paredes Leví dijo...

Ah, me olvidé de decirte, Germánico, que tu hermano sí que es un literato de cuidado.

Germánico dijo...

A mi mi hermano me sorprendió con su blog, porque antes de él no le había leído más que cosas que, pese a estar correctamente escritas, eran fragmentarias y reflejaban una indecisión literaria fundamental. Gracias también a ti por tu favorable opinión....¡y por el enlace!.

Carlos Paredes Leví dijo...

Entre nosotros, Germánico, no hace falta tanto agradecimiento. Se sobreentiende....
Yo, curiosamente, cuando viví en pareja, adormecido por la pseudo-felicidad, no escribí ni una línea.
Fue tras la ruptura que retorné mis prácticas literarias.

Germánico dijo...

A mi quizá me pasa al contrario. Cuando no estoy en pareja mi vida se convierte en un tormento insufrible que me impide pensar nada que no sea el mantra de la negación.

Germánico dijo...

Hablando de pareja....me salgo de internet que como venga y me vea enganchado me va a enganchar ella al estilo La Matanza de Texas....

Algún inconveniente tenía que tener en esta semi-felicidad.

Carlos Paredes Leví dijo...

Creo, Germánico, que las épocas de crisis son muy ricas en virilidad mental y en creación. Supongo que esto está relacionado con nuestra necesidad de canalizar nuestra angustia e incertidumbres.
La historia de Italia o España están llenas de convulsiones y a la par, de grandes artistas. Suiza, en cambio, casi siempre estuvo en paz..¿y qué aportaron?.
Vaya, don Germánico a cumplir con sus deberes, que le reclaman.
Un saludo.

Mónica dijo...

Eso me pasó en algún sueño...

Muy buenos relatos. Saludos desde Sonoma.

Carlos Paredes Leví dijo...

Gracias, Mónica. Muchos, en alguna medida, hemos vivido o soñado algo parecido.