lunes, 12 de febrero de 2007
Viejo choto
El viejo choto camina por la calle escupiendo cada diez metros y alternando esos viscosos lanzamientos con sonoros y repugnantes ruidos preparatorios. Las casualidades no existen y como tales, no vendrán en nuestro auxilio. Así, el asqueroso individuo no sólo no se ahoga con su espesa y verdosa saliva, sino que continúa con su aberrante actividad. Cruzo de acera y desaparezco corriendo, tapándome los oidos y dando gracias a Dios por no dormir con él y por no llevar sus genes.
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1 comentario:
¡Me encanta! (no el viejo choto, sino tu reflexión sobre él).
Lo leo de nuevo mientras dejo este comentario y estallo en risas.
:)
Raquel
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