La desoladora tarde de domingo porteño se vió súbitamente alterada por una violenta lluvia. Las gotas caían con furia y en menos que canta un gallo mis ropas quedaron empapadas, los goterones resbalaban por mi cara y el pelo se me aplastaba sobre el cráneo. Así, pasado por agua, entré en la primera cafetería que encontré. Su pulcro aspecto externo y el neón rosa con el nombre: Long Beach anticipaban, para cualquier mente medianamente intuitiva, lo que hallaría en el interior: un local amplio, más iluminado que un laboratorio y forrado con formica. Todo ello decorado en una paleta de colores propia de un cuadro de Lichtenstein, es decir, blanco, azul, rojo y amarillo.
Enseguida tomé asiento a una mesa y pedí un whisky. Me pusieron mala cara (la sugerencia de la semana era el jugo de mango con kiwi) pero me sirvieron un excelente escocés. Apenas le di dos tragos ya me sentí reconfortado, feliz de estar sentado disfrutando de una copa mientras en la calle lluvia a mares. Únicamente me faltaba un poco de nicotina pero aquel era un lugar libre de humos y de haber encendido un cigarrillo seguro me habrían linchado. Aburrido de ver llover, paseé mi vista por el entorno. La totalidad de la clientela pertenecía, excepto yo, a la endogámica burguesía porteña; pimpollos con camisetas Lacoste y el pelo en punta, muñequitas cuarentonas, rubias, estiradas y con la palabra “boluda” grabada en la frente, y algún que otro cincuentón de camisa a rayas y pulserita de cuero en la muñeca. Curiosamente, o no tanto, con uno de estos se encontraba un claro exponente del segundo grupo y antigua novia mía en los lejanos tiempos de la facultad: Cristina Unzueta y Baigorri. Aún cuando desvié mis ojos nada más reconocerla, no fui lo suficientemente rápido para esquivarla e inmediatamente me estaba haciendo señas con la mano y llamándome por mi nombre. Más por vergüenza ajena que por otro motivo, me acerqué a su mesa. Hechas las presentaciones, aquí mi prometido Micky, aquí un amigo de la facultad, a su acompañante le salió el gallito compadrón que llevaba dentro y lucía por fuera.
- Así que vos sos escritor…..¿y por qué no te dedicás a algo de provecho? Jajaja – quiso ser gracioso antes de proseguir - Yo, nunca leí un libro en mi vida. Bueno, miento, empecé alguno pero no conseguí terminarlo y aquí me tenés, fabrico y exporto material de polo y además tengo un club de paddel en Palermo…
- Qué interesante – exclamé con una ironía no captada
- ¿Verdad que sí? – terció ella, intuyendo que su amado sospechaba que ambos habíamos sido más que amigos
La verdad es que mi relación con Cristina no había sido un modelo a imitar. Sólo nos unió el sexo dado que, por lo demás, teníamos tanto parecido el uno con el otro como el que existe entre un coco y un colectivo. Sin embargo, guardaba un recuerdo neutro de ella; nos habíamos separado sin armar ruido y cuando coincidíamos por el campus nos saludábamos agitando la mano o moviendo la cabeza. Por eso me sentía tan incómodo, porque nunca tuvimos nada que decirnos y mucho menos ahora, después de tanto tiempo y con semejante fanfa sentado a la misma mesa.
En esa atmósfera enrarecida aguanté, con estoicidad, el relato de cómo se conocieron (en un acto de no recuerdo qué en el hotel Sheraton) y sus dorados planes de futuro en común, con boda a la vista y posterior luna de miel en Bali.
- ¿Vos conocés Bali? – quiso saber él
- Sí, estuve una vez allí, haciendo un reportaje para National Geographic – mentí
Esto pareció impresionarlo, como si viera en mí una vocación cosmopolita sin complejos que ponía en evidencia la suya, tan artificiosa y entrenada como un desfile militar. A sus ojos, yo ya no era un escritor de tres al cuarto sino un tipo canchero, viajado y con mucho mundo. Entonces quiso hacerse el simpático, interesándose por mi vida y obra e invitándome a otro whisky “traiga el mejor que tenga”, ordenó al mozo.
Yo estaba poco predispuesto a hablar de mí mismo, así que me fui por las ramas y puse a hablar de banalidades hasta que cesó de llover y saqué a relucir una inminente cita con el director de una revista.
- Qué macana que te tengás que ir, che ¡ - se lamentó ella con falsedad mientras me daba un apresurado beso en la mejilla
- Tomá, llamanos un día y nos vemos – dijo Micky a la vez que tendía una tarjeta con sus pomposos nombres, dirección y teléfono grabados
Cuando salí por la puerta encendí un cigarrillo, saqué su tarjeta de mi bolsillo y la tiré en la primera papelera.
miércoles, 20 de mayo de 2009
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27 comentarios:
Levi,
coisa medonha alguem que nunca leu um livro!
Dos reflexiones dos me dispara su relato. Ls primera me lleva a remontarme a un ex compañero de trabajo que un día me vió leyendo un libro durante el almuerzo y lo único que le interesó saber fue cuántas páginas tenía...
Lo segundo es mi inexperiencia de beber un whisky antes de una cita mientras veo llover. A menos que sea de noche, y la cita con una mujer.
Pero pude visualizar de manera exquisita su relato en cualquier "bar" de esta furiosa Buenos Aires.
Un abrazo.
Olhodopombo:
Hay gente así, como Victoria Beckham (ex Spice girl), por poner un ejemplo....
Un saludo
Cirulaxio:
Sí, hay personajes de ese tipo, del mismo modo que los hay que compran un libro en base al color y diseño de la tapa. Y aún más patéticos son aquellos que comprar armazones de imitación, generalmente de los clásicos, para simular tener una biblioteca.
En cuanto al whisky, le confieso que yo no lo tomo pero que siempre me resultó muy literario, quizás porque me trae a la mente ciertas novelas negras.
Un saludo.
Esos tipos que no han leído un libro en su vida me revuelven los higadillos.
Si me permites...
"Hace unos meses tuve que vender unos libros (el ayuntamiento te publica pero tiene que venderlos el autor) y ni corta ni perezosa me llevé un paquetito al gimnasio donde acudo tres veces a la semana. Como podrás sospechar, allí se dan seres de todas las galaxias y claro está, los típicos musculitos (algunos dan grima) pues bueno, no me compraron ningún libro y el 90% se dirigía a mí con voz aflautada y sonrisa estúpida diciéndome: no gracias, es que yo no leo. ja,ja,ja, se reían de mí; como te lo cuento. Imbéciles!!
A lo que íbamos; que el tipo este del relato habrá conseguido una niña guapa, tener mucha pasta y lo que quiera, pero es tonto de capirote, tiene la cabeza vacía.
Perdona la extensión, otro día soy más breve. ¿vale?
Un beso
Arantza G:
Aquí te puedes extender lo que quieras y no te preocupes por ser o no breve. ¿Vale? (parecemos Belén Esteban, ¿me entiendes?).
En los gimnasios hay gente normal pero también es lugar de encuentro de algunos de los cocientes mentales más bajos del planeta. Yo, en los vestuarios escuche enriquecedoras conversaciones sobre cuántas yemas de huevo se tomaba el taradito de turno al día, o cuánto le costaba un frasco de proteínas o lo bien que estaba la biografía de Arnold Schwarzenegger...
Entre los valores que priman hoy en día, no están los de la cultura. Este, cotiza a la baja y como apunté alguna vez, dentro de nada la inteligencia será vista como una enfermedad social.
Un saludo.
Levi ,
na minha turma desta nova Universidade que ando fazendo NINGUEM GOSTA DE LER!ficam reclamando quando os mestres de filosofia e sociologia e museologia recomendam leituras,
agora da para entender um MUSEOLOGO, sem nenhum conhecimento?
Varios comentarios que hacer:
Debido al tiempo que llevo leyendo estos relatos, no deja de fascinarme la riqueza imaginativa para escribir que tenes.
-La tarjeta coincido, también la hubiese tirado.
No entiendo como este señor no lleva ya un paraguas consigo, últimamente se moja mucho! jaja!
Y nooo, cada vez que entra en un bar alguien lo reconoce (ya no hay privacidad en esta vida)
Por último "...teníamos tanto parecido el uno con el otro como el que existe entre un coco y un colectivo..." no es aplicable a los taxis y si no mira:
http://www.cubatourism.ca/wp-content/uploads/2008/11/coco-taxi-havana.jpg
Un abrazo
A mí eso del polo me da grima, qué deporte más tonto, pido perdón a los aficionados, pero no lo puedo remediar. Si encima el tipo no juega, sino que se dedica a exportar los pantaloncitos, camisetitas y gorritos ya es para... ejem, obrar, como dicen en mi pueblo, jajaja.
Es lo mejor que pudo hacer, darles en la carita co su inteligencia y dejar a los pijos que se diviertan juntos.
Un besote, Carlos (ay, el polo me mata... y los palitos...y los escuditos)
Hizo muy bien mi amigo de tirar la tarjetita ,no sea que por vengarza con la mina reemplazara la cheta por el cheto!!!!!.
Véngase pronto por estas latitudes mi amigo ,pués de esa forma pueda ser que llueva copiosamente como en la instancia que relata.
¡¡Siii!! ¡¡CRISTINA ES VASCAAA!! Vasca, pero vasca vasca. Bueno, creo que algo de argentina también tenía.
¡Cuántos conchetos te rodean! ¡Te felicito!.
De todas formas, mi costumbre y consejo es NUNCA tirar una tarjeta, porque NUNCA se sabe...
Olhodopombo:
Este año me parece que a usted se le van a acumular las lecturas....Hay mucha gente que no tienen ningún gusto por leer porque lo consideran un esfuerzo en lugar de un placer.
Un saludo.
Remembranza:
Bueno, el protagonista lleva el pelo muy corto, así que no teme que se le estropee el peinado y tampoco tiene miedo a agarrar una pulmonía.
Seguro que si entra en un bar de Lanús también se encontraría a algún conocido/a. Yo, por contra, nunca conozco a nadie ni me encuentro con ninguna amistad.
Voy a mirar este enlace aunque me parece que ya lo conozco.
Un saludo.
Isabel Chiara:
Ya se sabe; D-os los crea, y ellos se juntan. Y en este caso no podía ser de otra forma, porque se trata de dos panolis redomados.
Un saludo.
Una ET en Euskadi:
Supongo que tu felicitación va con ironía, no ?
Nunca se sabe ? puede pero, en esta ocasión me parece que todo estaba sabido.
Un saludo.
:) Siempre cuesta un poco creer que una ex novia tenga planes de futuro con algun gronchazo. Y sin embargo, pasa. Muy bueno lo del National Geographic! Me ha gustado mucho.
Ya no contesta mis observaciones .
Totalmente resentida me voy a leer a mi biblioteca repleta de volùmenes.
Samuel:
La verdad es que ésta ex era igual que el tipo con el que estaba, así que el protagonista tampoco se hace mala sangre.
Me gusta que te gustara.
Shabat Shalom
Ana:
Lo siento, el cursor me jugó una mala pasada. Lo de la tarjetita me recordó un viejo y célebre tango: "Cualquier gato con tarjeta se la da de gran señor....".
Recuerdo tardes furiosamente lluviosas allá por Caballito.
Un saludo.
Me diste muchas ganas de estar al pedo viendo llover y clavarme un scotch.
A esos salamines como Micky no los puedo ni ver, me dan arcadas. Por eso, cuando voy al club de polo sólo me dedico a hablar de las yeguas. Al gimnasio ni voy, no vaya a ser que algún pato vica se me acerque para hablar de arte.
Por cierto, a Victoria Beckham...
la p a r t o.
Abrazo.
Juan Pablo Pradero:
Yo a vos te imagino tomándote un escocés, con Peluca en el balcón mirando como cae el agua.
Hay muchos como Micky en el mundo. A mí, personalmente, sólo me provocan indiferencia porque no son tan importantes como para sacar de mí otros sentimientos.
Suele pasar, en los gimnasios, que estés haciendo ejercicios de bíceps y se te acerca uno a hablar de la arquitectura del románico.
A Victoria Beckham, con lo flaca que está, no le acertarías...
Un abrazo, champion.
Sip
Carlos, cuando leí lo de Lichenstein
me vino a la mente la imagen de un bocadillo de salchichón envuelto en papel albal.
Sacar a relucir la cita con un editor hace que el personaje se crezca y marque distancias.
Saludos.
Hiciste bien, menudo gilipollas, el maromo. Pero ahora hablando en serio: cómo debe de molar... (aquí como se diga en porteño)... a una mina que se llama Cristina Unzueta y Baigorri. Qué subidón de libido.
Una ET en Euskadi:
Un saludo.
Makiavelo:
Qué imágenes más raras se te forman a vos en la cabeza ¡ Tienes una extraña asociación de ideas, no?. En fin, más que a tu proceso mental lo achaco a las infusiones que tomas.
Un saludo.
Miguel Baquero:
A mí me da que, con ése nombre debe de ser bastante fogosa. Lo malo, sería la conversación postcoito. Menos mal que uno siempre se puede dar la vuelta y dormir...
Un saludo.
Los apellidos de Cristina...cómo se te ocurrieron? Los sacaste de las necrológicas? ja,ja,
Un beso.
Arantza G.:
Unzueta era un compañero de colegio y el otro una localidad de la provincia de Sta. Fe. Sólo tuve que unirlos por una conjunción.
Un saludo.
Carlos, voy a tomar la mala y divertidísima costumbre de tus personajes a contar mentiras. Lo de Bali fue buenísimo, y nada menos que para el National Geografic, jajaja. No sé cuánto tardaré en aprender a contar mentiras, te iré diciendo. O mintiendo.
Beso.
Nota: con personajes como el del polo, la mentira está totalmente justificada.
TortugaBoba:
No, no, miente por ti misma, no porque quieras parecerte a mis personajes....a ver si ahora va a ser culpa de mi imaginación tu caída en el pecado...
Una vez conocí a una pareja que se fue de luna de miel a Bali porque, a ella "Le iba el rollo cultural" (sic).
Un saludo.
lo bien que hizo en tirar la tarjetita...a veces quedamos metidos en situaciones incómodas con gente muy distinta con quien ni siquiera podríamos mantener un dialogo sin sentir la tirantez...me ha pasado, y con los años más seguido...
Excelente relato
Un abrazo
Claudia Isabel:
A mí también me pasa más seguido con los años, aunque siempre consigo desmarcarme de tan incómodas compañías. De cualquier modo, lo mío no es la diplomacia y soy tan expresivo que no consigo disimular.
Un saludo.
¿No eres diplomático???? De lo que se entera una tras la siesta...
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