miércoles, 9 de abril de 2008

Rumbo Oeste

Rodolfo Barnato pensó que cambiando de ciudad, su vida pintaría de otro color. La lejanía de su familia (en España), el acumulativo tedio que arrastraba desde antiguo y un reciente desencuentro amoroso le empujaron a tomar una decisión que muchos desean pero pocos se atreven a llevar a cabo. Decidido y sin darle opción a la duda y la incertidumbre, compró un gran mapa de Argentina y se sentó, en un Café, a observarlo detenidamente. Como al repetir en voz alta el nombre de numerosas localidades no se decantaba por ninguna, optó por dejar la elección en manos del azar. Cerró los ojos y apoyó el dedo índice, a boleo, sobre el papel. Al abrirlos, comprobó que su uña señalaba una ciudad que no conocía pero siempre había interesado: Rosario, de la que su padre tanto hablaba, sacando a relucir, invariablemente, al célebre matemático italiano Beppo Levi.

A partir de entonces, cayó presa de las ilusiones, la ansiedad y un optimismo, que le llevaron a vender su restaurante en pleno centro de Buenos Aires y telefonear a su amigo Oriol Ballantines proponiéndole crear una sociedad. Éste, era hijo de un judío catalán a quien el propio padre de Rodolfo había vendido, allá por los años sesenta un hotel de nombre Vaccara. Desde la adolescencia vivía en Barcelona, donde llevaba mucho tiempo regentando un establecimiento gastronómico que apuntalaba su prestigio en su afamado talento a los fogones. Rodolfo y Oriol se habían tratado desde pequeños y retomado su trato durante los años que el primero pasó en España completando unos cursos gastronómicos. Entre ellos, se daban el trato de “primo” y siempre se maravillaban de cómo a pesar de pasar tiempo sin tener noticias el uno del otro, estaban unidos por cierta conexión, afinidad o equivalencia
Oriol apenas se detuvo a pensarlo. Dejó su local en manos de su hermano y voló presto al otro lado del charco, deseoso de iniciar una aventura de incierto futuro. A fin de cuentas, lo único que podía perder era dinero y eso era algo que le sobraba.

Pocos meses después, inaguraron un restaurante al que, haciéndole un guiño a la melancolía, bautizaron como Vaccara. Elegante pero sin excesos, pretendía ser una reivindicación de la cocina elaborada a precios asumibles y no caer en el snobismo, a la sazón enfermizo empecinamiento de locales similares.

Apenas llevaban un par de semanas funcionando cuando, una noche, se presentó una mujer que llamó poderosamente la atención de Roldofo, tanto que, instantáneamente, se arriesgó a predecirle una futura trascendencia en su vida. Alta, de piel trigueña, ojos oscuros que parecían más claros al mirarlos de cerca y una melena color ébano de tendencia ondulante mitigada a base de cremas suavizantes, componían un todo que a pesar de ciertas desarmonías (boca y nariz grandes, mentón prominente, caderas anchas….) seducía mejor que la simple belleza. Sonrió al verla y ella le devolvió una sonrisa franca de dientes blanquísimos.

- ¿La conóces? – preguntó curioso Oriol
- No, pero es como si la conociera de siempre…….ella aún no lo sabe, o sí, pero va a ser mi mujer
- Te dije que no mezclaras los antibióticos con el alcohol….
- Ya lo verás.

Y lo vió. El restaurador Rodolfo Barnato y la escritora Alma Baredes, contrajeron matrimonio civil en la Municipalidad de Rosario aquel mismo año, acompañados de algunos familiares y un sorprendido Oriol Ballantines.

25 comentarios:

Churra dijo...

Pues no me parece tan sorprendente . No es mi aso pero si conozco a alguna amiga que nada mas ver a un hombre dijo , ese sera mi marido
¿Habra personas destinadas inevitablemente a encontrarse ?
Un beso

Carlos Paredes Leví dijo...

Churra:
Sí, hay gente con ése don de clarividencia pero, le aseguro, no es mi caso....
En cuanto a la pregunta, yo respondería que sí ¿no?
Un saludo.

Anónimo dijo...

Sr. Leví, yo también contesto afirmativamente a la pregunta de Churra.
Me gustó mucho su historia, ya sabe usted que éstas son de las mías jajajaja.
Iniciativa, amistad, optimismo, ilusión, casualidad, flechazo y amor ... lo tiene todo!!!!

Carlos Paredes Leví dijo...

Mavi:
Ya sabía yo que a una romántica como usted esta historia iba a gustarle...
No siempre mis personajes tienen que caminar por las sombras, de vez en cuando lo hacen por zonas luminosas..

Anónimo dijo...

Pues sí, hay que salir a la luz, y más ahora en primavera!!

Sibyla dijo...

Confío en que su "primo" Oriol Ballantines ejercería de padrino en la ceremonia.
No creo en el amor a primera vista, pero parece que los cambios ( a golpe de dedo índice) que hizo Rodolfo en su vida merecieron la pena y el esfuerzo.
Como siempre, disfrutando de un buen narerador.

Saludos:)

Carlos Paredes Leví dijo...

Mavi:
O sea, que tú eres una persona fotosensible.....

Carlos Paredes Leví dijo...

Sibyla:
Yo sí creo en el amor a primera vista, porque es algo que me pasó. En lo que sí que no creo es en el atrevimiento de decir "ésa va a ser mi mujer". No soy tan soberbio ni pretencioso.
Rodolfo consiguió lo que se propuso y me hizo pensar que el motor de la acción no es una potencia externa, sino que nacen del conflicto interior...
Un saludo.

Isabel chiara dijo...

Le veo con mucho brío, sus amigos de ficción están encarando el mal tiempo con valentía, se lanzan al agua y les sale bien. Tiene razón con su comentario a Sibyla, esas rupturas tan drásticas acontecen a la desesperada, cuando nada puede ser más malo que lo que uno ya tiene.

Es lo que tiene ser creativo, que uno anda siempre buscando y no se conforma fácilmente.

Un saludo

(Me alegró que el cocinero y su socio montaran un restaurante como dios manda, sin minimalismo ni mariconadas)

Anónimo dijo...

Carlos,
más bien fotodependiente.

Carlos Paredes Leví dijo...

Isabel Chiara:
A mí, éste tipo de personajes me dan mucha envidia, porque yo mismo estoy deseando romper con mi realidad....lástima que alguna de las motiviaciones que tenía para hacerlo haya desertado...

Sobre esos restaurantes, tiene usted razón. Yo estoy harto de esos sitios en los que la mesa está llena de copas, como si en vez de cenar uno solo la hubieran preparado para cuatro. Además, los platos son tan escasos y con tanto colorido que dan pena deshacerlos..
Un saludo, y espero su mail con eso que me iba a mandar. Yo, haré lo propio.

Carlos Paredes Leví dijo...

Mavi:
Me encanta la luz y por eso no me gusta el invierno, por la falta de ella (de Laluz)
Un saludo.

Anónimo dijo...

Mmmmm, déjeme pensar en ese juego de palabras!!!!

Juan Pablo dijo...

brrrrrr que escalofrío!!!

Alto post, compañero.
En cuanto a Rodolfo, tampoco me sorprendo de su suerte, pues él mismo incitó al destino con Fé, esa que inmuniza hasta al más desdichado mercader.

Un saludo, mostro.

Carlos Paredes Leví dijo...

Mavi:
a usted no se le escapa una ¡¡¡
ése juego me salió sin pensar....

Carlos Paredes Leví dijo...

Juan Pablo:
Ya sabe usted, querido amigo, que con Fe y la Ley de la Atracción, todo se consigue...
Un saludo.

Makiavelo dijo...

€l negocio de la restauración bien llevado puede dejar sus pelas.

Maestro, no das la fecha del enlace pero sí una pista: -contrajeron matrimonio civil en la Municipalidad de Rosario aquel mismo año-, no sabemos hoy como les va con el problema de abastecimiento que hay allá.

De todas formas viéndolo en clave de humor hacen una buena liga, si no les llega el condumio siempre podrán hacer una sabrosa sopa de letras y de esta forma la escritora se luciría en la cocina.

El texto, como siempre mucho más mejor que ayer.

Saludos.

Carlos Paredes Leví dijo...

Makiavelo:
Gracias. La verdad es que ellos, no se embarcaron en el negocio por dinero sino por ganas de virar el rumbo de su vida. Esto, a mí, me parece envidiable....lástima que no consiga emularles.
No había pensado en eso de la sopa de letras. Qué imaginativo es usted ¡ ; se nota que tiene un blog....
un saludo.

Claudia dijo...

Yo tampoco creo que se pueda decir así de entrada, que tal persona será la pareja de uno, pero es cierto que en algunas ocasiones, he sentido -de sólo ver a alguien- que de alguna manera, no se cual, tal persona será importante en mi vida. Y después lo compruebo. La vida está llena de sorpresas.

Carlos Paredes Leví dijo...

Claudia:
Vaya sorpresa su reaparción ¡¡¡¡¡
Me alegro de volver a verla por aquí.
Sí, coincido plenamente, como muchas otras veces, con su opinión.

Un saludo y re-bienvenida.

Germánico dijo...

El protagonista del relato es un verdadero protagonista de su vida. Aunque elige al azar el destino de una ciudad y elige con determinación excluyente de cualquier otra opción el destino de una mujer, en ambos casos elige, sin temor a equivocarse, y renuncia al hacerlo a ese otro destino, el de Lot.

Como decía Jim Morrison: "The West is the Best. Come here and we'll do the rest".

Carlos Paredes Leví dijo...

Germànico:
Yo no lo hubiera expresado mejor....
Un saludo.

Anónimo dijo...

A mi marido que entró buscando torta a la cocina (donde yo dirigìa a las mozas del festejo de conmemoraciòn de egresadas de una tìa)le dije mentalmente:vos,que sos soltero, de mis garras no te escapas ni siendo brujo.
Lo cacè cuando estaba en su cuarentena ,con pilas de rivales (porque chamullaba namis que daba contento),con la mami celosa etc etc
Ningún hombre había despertado en mi esos instintos cazadores.

Carlos Paredes Leví dijo...

Ana María Parente:
Entonces es que estaba hecho para usted.....nadie escapa a su destino y, si éste es morir ahogado, no morirás en la horca (por poner un ejemplo poco lúcido).
Saludos.

Anónimo dijo...

nO SE ME VUELVA MUSULMÁN MI AMIGO.SERIA EL COLMO DE LOS COLMOS.!!!
Los musulmanes marcaron una regresión con respeto a la teorìa del libre albedrío.