miércoles, 21 de febrero de 2007

Matemáticas

Le agradaba mirarse en el espejo, pero no por narcisismo, sino por un acentuado y deficientemente limitado afán de descubrimiento. Quería rastrear, en sus facciones, las huellas inequívocas de su verdadero ser, de la esencia de lo que se había convertido. Pensaba, frecuentemente, en eso de que el rostro es el espejo del alma y quería profundizar en ello. Por más que estudiaba su imagen reflejada, no conseguía descubrir inequívocos signos que evidenciaran la metamorfosis de su alma. El cambio operado no se traslucía externamente y el asunto le tenía inquieto y confundido. Se miraba y se miraba. Tenía cara de buena persona, común y corriente, con ojos grandes y expresivos de aspecto semítico, sonrisa fácil y un conjunto de desarmonías que componía un rostro moderadamente atractivo. Alimentaba la teoría de que las definiciones faciales se correspondían con ecuaciones; cada una de las cuales daba como solución una determinada cara. O acaso, más de una. ¡ Quien sabe ¡ ; tal vez en Australia hubiera alguien compartiendo lo que el creía herencia exclusiva de su abuelo.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

me ha gustado mucho eso de las ecuaciones. La verdad es que nunca se me había ocurrido.
una confesión: desde que te leo se me ocurren cosas que antes ni siquiera se me pasaban por la cabeza. Te agradezco por estimular mi mente.

Lebeche dijo...

Yo también tengo la teoría de que todo sigue un patrón. Otra cosa es que tengamos capacidad suficiente para poder verlo en toda su extensión desde nuestra parametrizada existencia

Saludos

Carlos Paredes Leví dijo...

Gracias a ambos. La verdad es que era un tema que venía rondando en mi cabeza desde hacía un buen tiempo y un día, sentado ante el teclado, se materializó en palabras venidas desde quién sabe dónde.
¿Todo sigue un patrón?. Interesante.

Lebeche dijo...

Como comprenderás el asunto del patrón no es más que una pajolilla mental en forma de teoría, más bien de fantaciencia. Quería, más bien, hacer referencia a nuestras limitaciones.

Carlos Paredes Leví dijo...

Yo propongo que tenemos que estar constantemente elaborando teorías, aunque sean demenciales, como modo de defendernos de las aún más demenciales teorías de los demás.
Ocupado como estabas en mi blog, ataqué a traición el tuyo y dejé un par de comentarios.

Lebeche dijo...

Pues yo, a tracición, te puse en "pasen y vean".

Yo en el paro... y vos?

Germánico dijo...

Yo me miro al espejo con curiosidad de biólogo. Veo un primate curioso alucinado con su propio reflejo.

Es curiosa la asimetría de los rostros. Dicen por ahí algunos científicos que la belleza consiste en unas facciones simétricas. A mi, en cambio, me gusta ver rostros originalmente asimétricos. Pero todos lo son en mayor o menor medida.

En un libro de neurociencia que ahora leo aparece el autoretrato de Durero en 3 variantes. En el centro aparece su cara tal cual. En la izquierda se muestra el lado izquierdo y su copia exacta en el derecho, y en el derecho a la inversa. Las caras resultantes son muy distintas. Algunos llegan a sugerir incluso que reflejan aspectos de personalidad de los hemisferios cerebrales, aunque eso me parece quizá demasiado.

Germánico dijo...

La página que he enlazado no va directa al autorretrato frontal, acabo de comprobarlo. Viene en esa misma página más abajo enlazado, aunque para apreciar lo que digo mejor se ve en el libro de neurociencia mencionado, que ya recomendaré en mi blog, porque es muy muy bueno.

Carlos Paredes Leví dijo...

Germánico.
Un conjunto de asimetrías produce algo mucho mejor que la belleza.